Era una noche de luna nueva, por lo que estaba oscuro y su vista nublosa, se llevo la mano a la cabeza y la miro, estaba manchada de un espeso liquido carmesí, sangre.
A lo lejos escuchaba unos gritos que poco a poco se fueron haciendo más claros y cercanos.
-... Yuu... ¡Giyuu! ¡Giyuu!
Elevo la mirada, y trato de enfocarse en el chico que lo llamaba. Sabito lo miraba preocupado y podía notar algo de miedo en sus ojos, pero seguramente eran alucinaciones suyas, pudo ver como suspiraba y le dedicaba una pequeña sonrisa que por alguna razón le era imposible corresponder.
-S-Sabi...to.
-Está bien, no te muevas – lo detuvo y recostó en uno de los árboles – Lo siento, no pude rescatar tu máscara, sé lo mucho que te gustaba – dijo apenado.
-Tú importas más – trato de tocarlo, pero estaba tan mareado que termino inclinándose en dirección equivocada.
-¡Giyuu! – lo agarro evitando su caída y nuevamente lo recargo – Quédate quieto, por favor, o vas a desmayarte.
-Q-quiero irme...
-Lo sé, no te preocupes, vas a estar bien – engancho parte de su flequillo detrás de su oreja – Te lo prometo.
Gritos cercanos que para Tomioka se escuchaban muy lejanos interrumpieron las palabras del pelinegro. Sabito miro en la dirección de donde provenían.
-¡Allí están! – ambos se voltearon a verlo – Me tenían un poco preocupado, ¿están bien?
-Murata.
-Gracias por vencer al demonio – agradeció con una sonrisa. Sabito se mantuvo neutro, era una persona desconfiada – Te debo la vida... ¡Chico, estás muy grave! – se inclino frente el ojiazul.
Y de nuevo unos gritos que pedían ayuda se escucharon, está vez los percibió más cerca. Sabito se levanto con una expresión que no le había visto antes, no era decidida como siempre, era nerviosa y desesperada.
-Sa...Sabito – como pudo se puso de pie.
-Murata, llévate a Giyuu de aquí.
-¿Qué? – dijeron ambos pelinegros en diferente tono.
-Aléjense rápido – ordeno – Refúgiense y por favor – miro al de ojos negros – No dejes que nada le pase.
-... ¡Sí, lo prometo!
-No, Sabito – Murata lo tomo de los hombros mientras el mencionado se alejaba – ¡Sabito! ¡Sabito vuelve!
Estiro la mano a él, en un inútil y ridículo intento por alcanzarlo, como si así la distancia creciente entre ellos desapareciera. Su amigo lo miro por última vez y le dedico una sonrisa afligida pero alegre, esa sonrisa que le atravesó el pecho como daga a una hoja de papel.
Despertó sudando, con lágrimas que nacían en sus ojos y morían en la almohada, se sentó con la mano sobre el corazón en busca ilógica de que este no se le saliera y tratando de regular su respiración. Fue un sueño, esa pesadilla había vuelto a robarle sus noches de paz.
Miro a la ventana y vio una silenciosa noche iluminada por el cielo. A decir verdad la envidiaba. Siempre tan tranquila y callada aunque alguien esté muriendo en la agonía de sus sentimientos.
-¡Sabito! – se levantó de la cama y corrió a la habitación de al lado.
Abrió tratando de no ser tan ruidoso, miro por todo el lugar y lo encontró en la cama, dormido con total tranquilidad, Kuro estaba en la mesa de noche a un lado de él, velando por su sueño.
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¿Dónde estás?
FanfictionSabito despertó en la prisión de glicinas sin recordar nada. Termino la selección final y regreso con su maestro, ahí los sucesos extraños comenzaron. A pesar de las tantas cosas que tenía por resolver, decidió encontrar a su mejor amigo y quitarse...