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Todo era oscuridad, un denso y pesado paisaje completamente negro, pero no se sentía en peligro.

Una brillante luz blanca apareció a lo lejos, la miro y quedo hipnotizado en ella hasta que la noto volverse más grande, poco a poco tomaba velocidad y se expandía. Alertado, trato de correr, pero fue demasiado tarde.

Abrió los ojos por segunda vez, miro un campo de flores que le rodeaban, en el aire bailaban pétalos de colores pastel y había frondosos árboles dispersos en el campo, el cielo tenía nubes dispersas y un profundo azul claro.

Se giro, atraído por la figura de una joven chica con cabello negro y ojos azules, vestía un kimono color rojo oscuro, muy parecido al que Giyuu llevaba cuando Urokodaki lo encontró y que ahora es la mitad de su haori, atrás de su cabeza se asomaba un moño del mismo color, lo veía con una sonrisa que le transmitía paz y una mirada llena de felicidad y tristeza combinadas. La chica se inclino un poco, haciendo una reverencia.

-Gracias – dijo al enderezarse, su voz era suave y calmante, ladeo la cabeza y amplió su sonrisa entrecerrando los ojos – Por favor, cuídalo mucho.

Sabito no dejo de analizarla con la mirada, atento a cualquier movimiento de su parte.

¿Quién eres?

Quería preguntar, pero por más que lo intentaba su voz no salía. La conocía de algún lugar, eso cree, su rostro de alguna manera le resulta familiar.

Así como el paisaje apareció, se desintegro. Las flores a sus pies desaparecieron y comenzó a caer, ella lo despidió con la mano, diciendo unas palabras que no pudo escuchar. Se sintió somnoliento, sus parpados le pesaron hasta cerrarse y entrar en un sueño profundo, siendo el cielo colorido lo último que vio.

Con pereza, sus parpados se abrieron, permitiéndole ver su mano hecha puño y una sábana blanca cubriéndolo.

-Sabito.

Giro la cabeza hasta mirar a quien lo llamaba. Giyuu sonrió, feliz de ver sus ojos lavanda después de tantos días. El mencionado lo visualizo mejor y al completar el proceso se sentó alarmado.

-¡¿Qué le paso a tu cabello?!

-L-lo corte... - bajo la mirada con desanimo – ¿No te gusta?

-¡Ese es el problema! ¡Te queda tan bien que me siento raro!

El pelinegro enrojeció bruscamente por sus palabras.

-No l-lo pensé así...

-Se más considerado conmigo – apoyo la frente en su palma, nuevamente lo miro, enfocándose en su rostro. Giyuu volvió a sonrojarse y aparto la vista.

Sabito quedo sin palabras, ambos rostros eran prácticamente idénticos, sus facciones parecían las mismas.

-... ¿Q-qué pasa...?

-Nada – sonrió y acaricio la mejilla del pelinegro – ¿Dónde está Kyojuro?

-Él... - desvió la mirada – Muzan le corto desde el hombro hasta la cintura, pero dijeron que se recuperaría.

-Ya veo – sonrió aliviado. Giyuu se encogió de hombros, dándole a entender que había más en la historia –... ¿Sólo eso?

-... Creímos que había terminado, pero Tanjiro se hizo demonio... Kyojuro y yo tratamos de detenerlo, él le cortó la cabeza antes de que Kamado le atravesara el corazón... Por suerte Tanjiro está bien... - cerró los ojos con fuerza –...no lo diré...

-No lo hagas... Ya lo entendí – murmuro lo último con la mirada fija en la sábana sobre sus cadera.

Lágrimas mudas salieron de sus ojos, ninguno mediaba palabras y lloraba en silencio tratando de que el contrario no lo notara. Se escucharon algunos golpes en la puerta y se abrió dejando ver a Sakonji.

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