El Juego del Destino

El Torneo (Parte 3)

Era una hazaña imposible sacar a Gilgamesh de Saber y colocarlo en un lugar aislado (y ligeramente elevado, para moderar su ira) que habían establecido sin que los dos entraran en otra discusión. Menos mal que Iskandar se trataba de imposibilidades, apaciguar al Rey de los Héroes sirviéndole vino y al Rey de los Caballeros colocándose entre ellos.

Iskandar era muy consciente de que Diarmuid, Cú y Lancelot le estaban dando al rey rubio una mirada de muerte, pero mientras este último descansaba sobre las almohadas que sacó de su Puerta de Babilonia, se dio cuenta de que a Gilgamesh no le importaba o no le importaba.

Aún así, el rey rojo no podría estar más feliz, rodeado de reyes y caballeros de tantas épocas diferentes. Un pequeño mordisco en su rodilla llamó su atención. Oh, sí, también estaba la mujer muy tentadora volviendo a usarlo como almohada, ¿cómo podría olvidarlo? La noche se sintió de lo más nostálgica, ya que solo a una pequeña distancia de aquí estaban los muelles de envío donde se reunieron todos los participantes de la Cuarta Guerra del Santo Grial. De hecho, había una luna igual a esta esa noche, ¿no?

Una amplia sonrisa apareció al recordar la gloriosa batalla entre el Rey de los Caballeros y Lancer, ambas armas volando a velocidades imposibles mientras bailaban el uno alrededor del otro. No pudo evitar unirse a la diversión en ese entonces. ¿Pero esta noche? Esta noche se trataba de hacer precisamente eso: relajarse para ver cómo estos del continente más pequeño balanceaban sus armas mientras se atiborraba de la cocina local. Y el vino de Gilgamesh, la barba de Zeus , eso era bueno .

Iskandar pasó los dedos de su mano izquierda por el cabello de Medusa, preguntándose por qué parecía que había disfrutado del último partido cuando no podía verlo. Sus otros sentidos deben haber sido ridículamente agudos. Pero... tenía que hablar con ese Caster pronto. Tenía que haber una manera de darle a su hermosa amante aquí su vista sin convertir accidentalmente a las personas en piedra dondequiera que mirara.

Sin embargo, por ahora, entre los héroes (amigos, si lo permitieran) se podría decir que Iskandar estaba completamente satisfecho.

Felizmente, le arrojó la pecera al vencedor de la primera ronda, quien la atrapó sin inmutarse.

"Tú eliges la siguiente ronda".

Los ojos de Diarmuid se movieron de su recién llegado a Arturia, y por último al hombre que había interrumpido su duelo con Saber tantos años atrás. Los tres parecían terriblemente ... amistosos considerando que solo se habían conocido en la Cuarta Guerra del Santo Grial. Iskandar estaba prácticamente sentado a los pies de Gilgamesh y a este último no parecía importarle. Arturia, a pesar de estar a una mera distancia del ancho de Iskandar de Gilgamesh, no estaba saliendo de allí. Como Iskandar trajo el equilibrio entre ella y el pinchazo dorado.

¿Pasó algo cuando él no estaba cerca?

Iskandar no le dio a Diarmuid mucho espacio para pensar en ello, agitando una mano alentadora en la dirección de la pecera que sostenía. A pesar de la multitud de preguntas que corrían por su mente (¿Eran ... amigos? ¿Arturia también pasaba tiempo con ellos, además de todos esos días que pasó con él y Cú? ¿Se unen Kay y Bedivere a los tres reyes? ¿Ha estado pasando esto?), pasó los dedos por la pequeña pila de nombres en el cuenco de cristal.

Podía entender por qué Arturia sería amigable con Iskandar. Era difícil no agradar al hombre, con una sonrisa tan amplia en el rostro, una que fácilmente podría aplacar a cientos. Incluso podía entender por qué Gilgamesh podría permitir la presencia de Iskandar, a pesar de la aparente alergia severa que tenía a cualquier persona que no fuera Arturia.

Y, por supuesto, podía hacer lo que quisiera. Si eso era pasar tiempo con... Arturia miró al Rey de los Héroes... compañía cuestionable , esa fue su elección. Había algo en la idea de que los dos reyes rubios pasaran más tiempo juntos que no le sentaba bien.