𝚁𝚄𝙻𝙴𝚂 ◌ 𝕮𝖍𝖆𝖊𝖘𝖔𝖔

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—JiSoo.— llamó Jennie a punto de llorar.— ¿Quieres jugar?

—no.

Habia pasado un mes. Un mes en el que JiSoo apago sus luces, dejó de ser un pequeño sol, había dejado de proyectar esa felicidad característica de ella.

—¿No quieres comer pollo frito?.— Jennie se veía desesperada.

—no.

Todo iba mal.

—iré con Rosé ¿Quieres venir?

Los ojos de JiSoo se cristalizaron al escuchar el nombre de su amiga. Jennie se regaño por provocar que JiSoo llorara más.

La pequeña Rosé estaba igual o peor que JiSoo. Rosé miraba las pequeña mariposas volar en el espacioso jardin mientras la señora Kim la atravesaba con la mirada.

Rosé siempre fue respetuosa con la señora Kim, hasta la llamaba Tía, pero luego de que golpeara a JiSoo y la lastimara, esa mujer se volvió una desconocida.

Rosé había perdido la voz de tanto llorar, su pequeño corazón se sentía culpable. Si tan solo ella no insistiera en darle besos a JiSoo, nada de esto hubiera pasado.

Jennie se encontraba en dos situaciones difícil.. En realidad tres.

1- El apoyar a JiSoo y mejorar su destrozado corazón, que su misma madre se encargo de romper con palabras.

2- Repetirle a Rosé cada segundo que no es su culpa, que JiSoo se siente mal por culpa de la señora Kim, que ella habló sin importar su hija.

3- Seguir respetando a la hermana de su madre, a esa desagradable persona que carece de consideración y amor.

Todo era complicado.

—Jennie ¿Porque dijiste que era malo?.— Rosé no despegó su mirada de las mariposas que volaban libres.

—es muy sencillo. Somos pequeñas y dar un beso en los labios tiene un peso. Peso que ni tu, ni JiSoo, ni yo sabemos llevar.

—mi mamá dijo que eso se le daba a personas especiales y que amabas. A personas con la que querías pasar el resto de tu vida y que protegerías. Con la que quieres formar una familia y morir juntas. Y yo quiero eso y mas con JiSoo.

—Rosé, eres muy pequeña para querer eso.

—lo que más quiero es a JiSoo y siempre lo voy a hacer.