𝚁𝚄𝙻𝙴𝚂 ◌ 𝕮𝖍𝖆𝖊𝖘𝖔𝖔

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JiSoo jugaba todos los días en su cuarto, sin creerlo. Rosé la había dejado y estaba segura que era culpa de ella misma.

¿Su madre le menciono algo a la señora Park?

Largos meses donde JiSoo no estaba sola, pero se sentía vacia. Había hecho nuevas amigas, jugaba con ellas, reía con ellas pero su corazón pedía a gritos a Rosé.

La campana de la iglesia volvía a sonar y esperaba ver a Rose correr porque un niño le preguntaba por su amiga, pero Rosé no estaba.

JiSoo había perdido peso, estaba mucho más delgada y a nadie le importaba. Solo sabían que ella tenía una nueva vida lejos de la pequeña y delicada Rosé.

El predicador invitado hablaba de un tema que a Rose le daba miedo y tristeza. JiSoo odiaba esas charlas porque pensaba en Rose, su amiga, su felicidad y zona donde podía ser ella misma.

Al terminar, su madre corrió en dirección a su casa, con una felicidad y su padre se miraba cansado. JiSoo solo quería comer algo, hacer su tarea y terminar el día. Al llegar a casa el olor fue la razón por la que los ojos de JiSoo se cristalizaron.

—prepare tu comida favorita, es un día especial.— se sentó en la silla dispuesta a comer, pero algo le faltaba, más bien, alguien.

Era inicios de Diciembre, un mes especial para ella y Rosé. Un mes donde por primera vez sentía miedo, tristeza y vacío.

La puerta se abrió dejando entrar otro olor. Su padre noto el cambio de humor en su pequeña y fue inevitable no sonreír. La pequeña corrió mirando a su felicidad con cabello desarreglado y cansada.

Iba a correr cuando ambas se observaron y sonrieron, JiSoo solo quería un abrazo de Rosé. La mano de su madre evitó que esa anhelado acto se cumpliera.

—están agotadas, no molestes.

—no, señora Kim. JiSoo no es molestia para mi.— se atrevió a responder Rosé.

—ella lo es. Así que dejemos eso.

—Cariño, deja a JiSoo ir con Rosé. No se ven hace meses. A veces eres muy exigente.— sonrió con amabilidad el señor Kim, logrando que ambas estuvieran juntas por fin.