𝚁𝚄𝙻𝙴𝚂 ◌ 𝕮𝖍𝖆𝖊𝖘𝖔𝖔

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𝟙𝟙𝟚𝟘 𝕎𝕠𝕣𝕕𝕤

JiSoo podía sentir la mano de Rosé temblar, nunca se mencionó que JiSoo era la famosa novia de Rosé y hoy se la presentaría oficialmente.

Ambas estaban nerviosas, sabían que la señora Park defendía a aquella mujer con toda su vida y siempre la hacia ver como la víctima. Debido a eso Rosé tenía choques con su madre, sumado a sus comentarios denigrantes.

“Si tan solo fueras normal”
“Quisiera decir que todos los homosexuales son un asco, pero tu no lo permites”
“Esa gente es tan rara”
“No sabes lo que es el amor, Rosé. lo sabrás cuando te cases con un hombre que cumpla en todo lo que necesites”
“Te amo, mi princesa, pero te amaría más si tu amaras a un hombre”
“Es triste saber que no te veré en el cielo conmigo, porque te pudriras en el infierno”
“Ya no me siento orgulloso de tí”

Todos esos comentarios mataban lentamente a Rosé, ocultándose y sintiéndose mal, casi llegando a los extremos de dejar a JiSoo solo por la felicidad de su madre... Pero ahí Rosé descubrió el amor, estando en la vida de aquella chica que tomaba su mano con fuerza a pesar de lo sudada que estaba.

—tranquila, amor. Haremos lo que dijo Lisa, informar y nos largamos.— depósito un beso en sus labios.

—es tan extraño, volver a este lugar, donde ambas rompimos las reglas.— confeso Rosé recordando como todo empezó.

—no me hagas llorar.— JiSoo mordió el hombro de Rosé.

Tres golpes en la puerta... Silencio total. Otros tres golpes, otro silencio.

—se que ella está en casa.— respondió ante la mirada de JiSoo que le transmitía un «¿Y si no está?».— yo se sus horarios, además el auto esta ahí.— señalo el auto de color azul.

Ante los golpes sin respuestas, Rosé uso su llave para entrar. Secretamente Rosé cargaba con esa llave para volver a su casa, por si rompía con JiSoo.

—parece que se fue a caminar.— bromeó JiSoo al ver la casa totalmente vacía y arreglada. Eran las 3 de la tarde ¿Acaso una mujer de 45 años no se iba a aburrir en su soledad?.— caminar le ayuda a despejarse y ver las cosas, pensar en que hacer con su vida y...

Un pequeño grito alarmó a las dos personas que se encontraban en la planta baja, sigilosamente subieron las escaleras, siguiendo las risas y ruidos extraños, al estar frente a la puerta a ambas se les fue el aliento.

Ver a la madre de tu novia realizarle un oral a tu madre, no es algo bonito de ver y peor para JiSoo, que al ver el rostro de aquella mujer, todo su dolor volvió a nacer. Las piernas de JiSoo temblaron provocando que cayera y captará la atención de las mujeres.

—Rosé.— al oir su nombre volvió a la realidad y levanto a JiSoo.— hija..

—no me llames así, no soy tu hija.— su tono frío golpeo el corazón de su madre.— ponte algo encima, debemos hablar.

Rosé llevó a JiSoo al auto, podía ver el dolor en ese lindo rostro. Si a Rosé le dolía ver eso, a JiSoo le debía de doler el doble. Al entrar en la casa, ambas mujeres estaban sentadas esperando.

—señora Park, me voy a casar con Kim JiSoo. Es la mujer que amo y la única que de verdad me demostró amor, que no le importó el que dirán y no se avergonzó de mí.

—pero yo te amo, Rosé.

—¡Claro que no! Cargaste con tanta hipocresía en tus palabras, haciéndome sentir mal por mis preferencias y sorpresa sorpresa, te acostabas con tu mejor amiga, cuando ambas estaban casadas. Me decías que me voy al infierno ¿Pero que? De seguro Satanás tiene un espacio VIP para ti, infidelidad, homosexualismo, mentiras, hipocresía, odio y sobre todo defender el mal a tu gusto.

—en ningún momento defendí el mal.

—¿Entonces porque estas con estas mujer? ¿Porque buscaste como ayudarla? Le diste el papel de víctima ¿Porque ignoraste el dolor de un niña?..
No, de cuatro niñas. Sabias donde estaba JiSoo y aún así dejaste que ella sufriera, dejaste que llorar cada noche por mi amiga, dejaste que Jennie pasará noche tras noche buscando a su prima y dejaste que Lisa se apagara.

—¡No es mi culpa lo que ella haga!

—¡Pero la protegiste! Siendo así, su cómplice.

—muchas veces pedí compasión por JiSoo, pero no podía hacer nada, estaba mal, lo se. Pero...

—te convertiste en ella, haciéndome a mi lo mismo, de forma psicológica.

—señora Park, si sigue siendo Park.—la voz de JiSoo le dio una paz a Rosé, que ni ella misma podría describir.— amo a su hija, quiero tenerla a mi lado hasta que una de nosotras muera, yo la defendería en todo, por lo tanto quiero informar que yo la cuidare y amaré como usted nunca lo hizo.

La casa se lleno tan solo del llanto de la señora Park, las dos menores la veían con lastima, pero la señora Kim miraba a su hija. Lo mucho que había cambiado, quería tenerla en sus brazos.

—¿Que es lo que mira, vieja payasa?.— pregunto Rosé al ver la mirada de aquella mujer.— ¿Que?.— pregunto en un tono de pelea.— ¿Acaso se ofendió, lesbiana asquerosa?.— utilizó uno de los tantos insultos que ambas "madres" utilizaron en busca de lastimarlas.

—Rosé.— JiSoo llamo la atención de su prometida. Se acercó a la mujer que la miraba con ojos brillosos y la abrazo.— ¿Todo este tiempo me odiaste porque yo si podía decir que me gustaba una niña?.— susurro en su oído.— te perdono.— JiSoo acarició el cabello de la mujer.— todas aquellas palabras que utilizaste  las decias hacia ti misma, el daño que me causaste fue el daño que tu recibiste.

—JiSoo... ¿Como puedes perdonarme?

—porque soy muy diferente a tí, no guardaré rencor, gracias a todo lo sucedido, puedo ser más fuerte. Espero que también seas fuerte y puedas amar a la persona que amas sin temor y olvidando todo lo que amargo tu corazón.

Ambas mujeres observaron a JiSoo, sintiendo sus corazones romperse. Aunque no querían aceptarlo, todos sus arranques fueron a como dijo JiSoo, miedo y rencor, que no debieron desquitar con sus hijas. La historia de las dos mujeres fue igual a la de sus hijas,  amor infantil que fue creciendo...

Pero ellas tenían miedo, rencor, dolor y odio. Conocieron a sus esposos y los amaron, tuvieron a sus hijas, pero lo arruinaron todo. Volviéndose copias de sus padre, obligando a sus hijas a pasar lo mismo.

Al verlas salir tomadas de las manos y subir a su auto y dejandolas atrás, volvieron a llorar.

—nuestras hijas son  lo único bueno que hicimos e nuestras asquerosas vidas.

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𝙻𝚊𝚛𝚐𝚞í𝚜𝚒𝚖𝚘, 𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚕𝚎𝚜 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚎.