Capítulo 9

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POV.ANASTASIA 

—Lo lamento mucho señorita Lamber, acaba de fallecer la señora Rosa— los sollozos se hicieron presentes no lo podía creer ella se fue, mis lagrimas bajaban por mis mejillas me encontraba muy mal. Me apoye en la pared mis piernas temblaban. Lloraba inconsolablemente. Sentía como mi corazón se partía en dos. No era justo. El sufrimiento era atroz. Había perdido a una persona muy importante para mí.

Cada vez que me secaba las lágrimas estas nuevamente aparecían y descendían por mis mejillas. Es triste perder a una persona que ha estado junto a ti. Kate y Sofía están a mi lado ahora nos dirigimos al cementerio. No obstante, a pesar de todo esto, la nostalgia sigue estando presente. Acompañada por los recuerdos de las cosas que vivimos juntas, los cuales estoy tratando de recuperar en mi enredada cabeza.

A pesar de no ser de la misma sangre ella siempre será mi abuela no me olvidare nunca de su amabilidad, cariño. Fue una muy buena persona. Estoy segura de que estás en un mejor lugar, porque te lo mereces. Te voy a extrañar profundamente, abuelita.

El padre da algunas palabras antes de sepultar el ataúd de mi abuela. Todos los presentes me dan el pésame me cuesta hablar el sentimiento de llorar sigue en mí, pero no sé cuánto soporte, solo quiero estar sola y desahogarme en silencio.

—Vamos Ana no has comido nada— dice Kate acomodándome el abrigo. Agradezco que mis amigas estén a mi lado apoyándome.

—Si, tienes que alimentarte ven con nosotras por favor— suplica Sofía mirándome estoy muy agradecida por su compañía, pero no tengo ánimos.

—Gracias, pero prefiero quedarme un rato más— murmure bajo mirando donde ya se hacía sepultada la persona que me dio buenos recuerdos.

—No creo que sea conveniente— negó Kate —lo mejor es que estemos juntas Ana.

—Chicas no are nada, si eso es lo que piensan— le prometí a la abuela y a mis padres que seguiría adelante sin importar lo que sucediera— pueden estar tranquilas ¡Si! —suplique.

—No lo sé— murmura Sofia aun con preocupación.

—¡Por favor! cuando llegue a casa les escribo— suplique nuevamente ambas se miraron una a la otra pensando si era una buena idea.

—Está bien— dijeron al unisonó —pero con una condición aparte de esa —hablo Kate mirándome fijamente.

—¿Cual? —Pregunte sin ánimos.

—Depende del tiempo que te quedes debes de llamarnos para estar más seguras de acuerdo —arrugue mi nariz ya no soy una niña—Y no aceptamos un no como respuesta. —advirtieron.

Sentada en el césped del cementerio observo las lapidas de las 3 únicas personas que ya no están más a mi lado como dijo la abuela la muerte es una etapa de la vida. Y debo de aceptarlo. Pero no es fácil. Claro que no lo es.

—No tenían por qué dejarme no...—la voz se me quiebra y empiezo a llorar.

Respiro hondo intentando calmarme.

Hay cosas que todavía debo de aprender en esta vida. No sé cuánto tiempo llevo mirando las lapidas. Me despido prometiéndoles que volveré, camino a la salida del cementerio y empieza a llover al menos traigo conmigo un paraguas.

Es de noche y no es nada seguro por donde voy, acelero mis pasos para llegar a la vía principal ya que por esta zona veo que no transitan muchos autos. Camino y camino al menos dejo de llover, siento como que alguien me observara no se si me lo estoy imaginando no presto atención y avanzo por la calle, pero la voz de un hombre me asusta.

Princesa ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora