Capítulo 38

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POV.CHRISTIAN

Maldita sea. Por qué le dije eso. Y si me pide que me marche o que ya no quiere volver a ver. Estoy sentado. Expectante. Tengo el corazón desbocado intento mantener la calma, la expectación y la ansiedad hacen que se me forme un nudo en el estómago, y que sienta una fuerte presión en el pecho.

Como actuar en este momento, sé que está enojada la he desilusionado. Pero hoy ha sido distinto. Hemos compartido de un buen día. La puerta se abre y se me desboca el corazón, ella entra con una bata de baño.

La imagen de Ana al salir de la habitación acude a mi mente su rostro triste y sombrío, compungido por el dolor y la confusión. No me gusta ese recuerdo. Duele. Me levanto de la cama solo llevo puesto un bóxer, ella busca en su armario me acerco despacio a su lado.

—Anastasia yo...

—No pasa nada Christian, al menos fuiste sincero — dice interrumpiéndome, ella sonríe, pero esa sonrisa no ilumina sus ojos. Sus ojos azules me miran directamente a la cara y me dejan desnudo y expuesto, como hicieron la primera vez que la vi.

Me siento impotente.

—Anastasia yo en verdad lo siento si te hice daño, te quiero mucho, quiero cambiar, quiero ser mejor y para eso necesito tu apoyo. —suplico ella no me mira, está sumida en su mundo, mirando al frente, y tengo tiempo de estudiar el perfil de su rostro.

—Christian no necesitas ser perfecto tú me gustas tal cual eres— dice mientras me mira a los ojos.

—No me dejes, por favor... ten un poco de fe en mí y un poco de paciencia. Por favor—Le cojo la mano porque no puedo vivir ni un minuto más sin tocarla. La siento menuda y helada envuelta en la calidez de la mía.

—Christian, yo... — Deja la frase inacabada y mi mayor miedo de que me deje, se empieza a hacer real, pero ella dijo que no necesito ser prefecto. Yo no la puedo imaginar que, después de mi ella comparta su cama blanca y su hermoso cuerpo con algún maldito extraño.

Maldita sea, Grey. Sé positivo. No pienses en eso. No está todo perdido.

—Esto es nuevo para mi nena—digo rápidamente intentando convencerla de que me perdone— ya te había mencionado yo nunca he dormido en la cama de ninguna mujer, tampoco le había presentado a mi madre alguna chica, nunca he irrumpido en la casa de una mujer y no recuerdo haberme quedado con ella, Anastasia contigo he hecho, cosas que no pensé hacerlas jamás.

—Yo también lo noto— dice y me sonríe yo también le sonrío me agrada esto —son tus primeras veces— dice y yo asiento ella me ha mostrado muchas cosas nuevas.

—La lista es interminable, y te agradezco por cada uno de esos momentos— le vuelvo a sonreír.

—Me gusta cuando sonríe señor Grey, usted tiene expresiones, muy marcadas en su rostro —dice y le quedo mirando.

—¿A qué te refieres nena? —pregunto

—A que no puedes ocultar tus estados de ánimo tu cara te delata—dice

Asiento.

—¿Qué are con usted señorita Lambert? — La abrazo y hundo la nariz en su pelo, abrumado por su embriagador aroma. Me recuerda tiempos más felices un huerto en otoño. Risas en casa.

Unos ojos brillantes, llenos de humor, de malicia... y deseo. Mi dulce, dulce Ana. Mía. La sostengo entre mis brazos y disfruto de la sensación y de este sencillo momento de tranquilidad. Espero que me haya perdonado.

—Ve a ducharte voy a preparar la cena —sonríe Ana y se aleja de mí.

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