Capítulo 51

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POV.ANASTASIA 

La débil luz de la mañana se filtra por las cortinas. Observo detenidamente a Christian, quien aún duerme plácidamente envuelto en las cobijas. Suspiro. En toda la noche no he podido dormir muy bien. No entiendo ¿Por qué? me pregunto si él era una carga para mí, no sé de ¿Dónde saco eso? Tampoco entiendo ¿Por qué llego borracho? Pero no soy nadie para cuestionar su vida.

¡Ah maldición! ¿Por qué es tan complicado? Vamos Ana, ten paciencia con el hombre murmura mi subconsciente. Pongo los ojos en blanco. No servirá de nada martirizarme por descubrir que ha sucedido con Christian. Me retiro las cobijas y lentamente me levanto de la cama, para no despertar a mi hombre. ¿podría decir que es mi hombre? Negué. ¿Qué estoy diciendo?

—Nena...—la voz de Christian me distrajo. Lo observe mientras el sostenía mi mano y evitaba mirarme.

—¿Estas bien?

—Nena lo de anoche... yo...—lo observo quedarse en blanco.

Negué.

—Tranquilo, mejor te traeré una pastilla para el dolor de cabeza. —sonreí intentando cambiar la situación incómoda.

—Lo siento. —dijo agachando su cabeza. Lo mire por un instante. Este no es el Christian Grey, que yo conozco. Me acerque a su rostro y acaricie sus mejillas que estaban un poco rosadas.

Sonreí. Y lo bese.

—No se que te ocurre, pero deseo que mi gruñón regrese— masaje su cuello mientras besaba su frente, mejillas y ojos. —ahora solo disfruta de esto— susurre

Asintió.

—Tus caricias son completamente... —se para, buscando las palabras—. Significan más... mucho más. — ¿Más? Su respuesta es absolutamente inesperada, me deja perpleja, y esa palabrita con un significado enorme queda suspendida entre los dos. Mis caricias significan... más. Ay, Dios. ¿Cómo voy a resistirme si me dice esas cosas? Sus ojos grises buscan los míos y me observan con aprensión.

—¿Cómo te sentirías si dejara de acariciarte?

—Destrozado y despojado —contesta inmediatamente un poco asustado.

!Oh, Christian¡. Sacudo la cabeza, le dedico una leve sonrisa tranquilizadora y se relaja.

—No digas eso por favor— susurre.

—Esta bien ya no lo are —murmura, y se diría que en una milésima de segundo ha superado su vulnerabilidad. ¿Cómo puede cambiar tan deprisa? Es la persona más voluble que conozco.

—De acuerdo

Sonrío y beso su cuello y muerdo despacio su oreja mientras desabrocho su pijama lentamente. El me sostiene de las manos de pronto se coloca encima de mí, apoyando mi espalda contra el colchón y sujetándome las manos, a modo de advertencia. Me roza la nariz con la suya.

—Me parece que ha estado haciendo algo malo, señorita Lambert —me acusa, pero sin perder la sonrisa.

—Me encanta hacer cosas malas cuando estoy contigo. —susurro

—¿Te encanta? —pregunta, y me besa levemente los labios—. ¿Sexo o desayuno? —pregunta con sus ojos oscuros, pero rebosantes de humor.

—Mmm...

Ahora ha cambiado y es juguetón. Siento cuando clava su erección en mí y yo levanto la pelvis para acogerla.

—Buena elección —murmura con los labios pegados a mi cuello, y sus besos empiezan a trazar un sendero hasta mi pecho. ¡Oh, joder!

Princesa ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora