Gate: Un nuevo Imperio En Falmart

Cada pieza en su lugar

Las fuerzas de Terranova había logrado poner un alto definitivo al avance de las fuerzas de la coalición de la tierra en una semana, los soldados que defendian Falmart habían recibido numerosas bajas tras cada batalla y aunque lograban mantener el control del avance de los soldados de la guerra ellos estaban sufriendo bajas de 3 a 1 en promedio, aunque la proporción podía aumentar según ocurriera el lugar de la batalla.

En dos semanas las fuerzas de los países de la tierra habían recibido constantes ataques aéreos y diferentes contra medidas para mantener a raya el avance de la coalición, este escenario era algo imprevisto para todos los altos mandos que habían planificado la operación ya que suponían que en ese ataque ya habrían eliminado la resistencia en el 70 por ciento del territorio de Sadera y estarían listos para atacar el territorio de Terranova.

En la tierra la información se había mantenido demasiado controlada y cualquier intento de intromisión de los medios era rechazada de inmediato, nadie sabía que la campaña estaba en peligro y en lugar de eso los políticos estaban asegurando que la operación avanzaba con viento en popa y que en cuestión de seis meses podrían tener un nuevo flujo de recursos llegando a la tierra.

En Washington había una gran intriga acerca de lo que deberían hacer debido a que en dos semana de campaña habían perdido a 9,800 soldados entre heridos, muertos y desaparecidos, además de que habían perdido millones de dólares en valioso equipo debido a que la aviación de Terranova era más poderosa de lo esperado y habían causado desastrosas bajas a sus aviones.

No solo estaban luchando contra un enemigo que era superior en números, tenía tecnología desconocida la cuál no lograban entender, habían derribado varios aviones pero estos siempre que se estrellaban explotaban de forma tan violenta que quedaba poco que pudieran recuperar además de una carcasa despedazada y casi derretida.

No habían logrado capturar a ningún soldado y la región parecía un páramo fantasma al carecer de cualquier forma de vida inteligente, no habían podido infiltrar espías en el territorio y los pocos que habían logrado superar las barreras no tenían casi ninguna posibilidad de dar información acertada.

El presidente de los Estados Unidos estaba furioso al escuchar los reportes acerca de cómo sus soldados eran masacrados una y otra vez en esas montañas, además de que también estaba recibiendo información de que los soldados de Terranova no eran solo humanos, había múltiples razas y cada vez que llegaban al combate cercano les arrancaban la cabeza con espadas.

Dirrel: es muy evidente que necesitamos enviar más soldados, las fuerzas especiales pueden superar a esos soldados rápido y regresar a nuestros planes iniciales —El hombre parecía estar muy molesto ante lo que ocurría ya que sus oponentes parecían no respetar ninguna regla bélica establecida—

Desde el primer ataque sopresa hasta la guerra de terror en que la cabeza de soldados capturados estaba haciendo que su casi inexistente paciencia, por esa razón fue que decidieron comenzar una nueva etapa de la guerra, bombardear las fábricas de Terranova dónde producían su armamento y averiguar cómo llevaban tantos soldados y equipo al norte de la base de Alnus.

La discusión continúo durante varias horas en las cuales generales y oficiales de alto rango intentaban calcular cuántas tropas podrían enviar sin comprometer su operaciones en la tierra o la propia seguridad de su país, había demasiado terreno que cubrir y poco tiempo antes de que las tropas en Falmart llegarán a su punto de quiebre.

Eran reclutas jóvenes y no habían visto acción por lo que enviarlos a una guerra de una intensidad tan grande en poco tiempo provocaba que los más débiles en cuestión mental se quebraron tras las primeras dos semanas de ver cómo las tropas de Terranova los atacaban día y noche sin permitirles descansar ni un minuto sin tener miedo a que un soldado infiltrado les cortará el cuello.