Tras varios minutos observando a los guardas, Thyra comenzó a desesperarse. Sabía que lo mejor era ir con calma y encontrar el mejor momento para colarse sin armar revuelo, pero también, que Hana seguía secuestrada sin conocerse qué sería de ella.
Había seis vigilantes en total. Uno a cada lado de la entrada, y otros cuatro, más avanzados, observando los alrededores.
Si abandonaban su escondite, sería fácil que los que estaban al frente les viesen. E incluso si conseguían evitarlos, todavía les quedaría lidiar con los otros dos sin que se enterasen sus compañeros. Si alguno de ellos daba la voz de alarma, estaban perdidos.
Siendo esas las circunstancias, a Reima sólo se le ocurrían dos ideas. La primera consistía en crear una distracción para la avanzadilla, dejando solos a los de detrás. De esa forma, podrían deshacerse de ellos sin que sus compañeros se diesen cuenta. Sin embargo, la distracción debía hacerse sin revelar su posición, y también corrían el riesgo de que, una vez volviese la avanzadilla, echasen en falta a los otros dos, dando la voz de alarma. Lo mismo podía suceder si se deshacían de la avanzadilla primero, ya que si tardaban demasiado en volver, alteraría a los dos junto a la entrada.
En ese aspecto, la segunda opción era mejor, pues consistía en deshacerse de los seis a la vez, pero, en este caso, el riesgo estaba en si no conseguían hacerlo lo suficientemente rápido como para que ninguno de ellos avisase a los de dentro. Y aunque imaginaba que Thyra era capaz de utilizar su poder para derribarlos, un ataque de área podía ser lo suficientemente destructivo como para llamar la atención, motivo por el que había tenido que detenerla antes.
Por otro lado, no habían detectado ninguna técnica que les permitiese dar la alarma instantáneamente, lo que suponía una ventaja para ellos. Lo único que necesitaban era encontrar la forma de noquear rápidamente a los que estaban junto a la entrada. Así se desharían de los que estaban más cerca de dar el aviso y ganarían tiempo para eliminar a la avanzadilla.
-Creo que ya lo tengo –dijo Reima, observando el terreno cercano a la cueva- Tendremos que emboscarles.
-¿Emboscarles? ¿Cómo? –preguntó Thyra.
Hasta la altura a la que se encontraban, la pendiente de aquella montaña no había sido muy escarpada, lo que facilitaba el crecimiento de árboles y arbustos donde esconderse. Sin embargo, eso cambiaba si querían emboscarlos, ya que no tendrían más remedio que atravesar un desnivel mucho más inclinado y asaltarlos desde arriba, cayendo sobre ellos.
-Quiero que me catapultes hasta allí –pidió Reima, señalando el área situada encima de la cueva- Entonces me abalanzaré sobre los dos junto a la entrada mientras tú te encargas de los otros cuatro.
-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿No sería más fácil que yo volase hasta allí?! –preguntó la arcángel, incrédula.
-Si comparamos tu fuerza con la mía, las probabilidades de que esto salga bien son mayores si lo hacemos así. Confío en ti para deshacerte de esos cuatro antes de que pidan refuerzos.
-¡Pero si no apunto bien, podrías salir herido! ¡Además, nos van a descubrir! –replicó ella.
-Si lo hacemos en el momento justo, no. Ya me ocupo yo del aterrizaje. Tan sólo no te pases de fuerza.
-¡Ahí es donde está el problema, imbécil! –se quejó Thyra, echándose una mano a la cabeza- En fin, no se me ocurre ahora mismo un plan mejor, así que lo haremos a tu manera. Pero esto no me gusta nada.
Asintiendo, ambos se acercaron todo lo que pudieron a la pendiente, siempre procurando mantenerse escondidos. Tendrían que buscar un momento en que ninguno de los guardias mirase para que ella lo lanzase, por lo que se prepararon de antemano para que todo fuese más rápido.
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Defenderé a los demonios
ParanormalUna noche, Kasaiga Eri es salvada de ser asesinada debido a que desciende de la raza de los demonios. El nombre de su salvador es Hioni Reima, alguien encargado de defender a los de su especie.