Capítulo 11: Maldición

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-Gracias por su compra. Vuelva otro día.

Haciendo una reverencia, Eri se despidió de uno de los clientes de la librería en la que trabajaba.

Cuando sus padres se marcharon le dejaron una cuenta con una gran cantidad de dinero en ella para que pudiese seguir adelante sin ellos, sin embargo, no se sentía del todo cómoda con ese dinero, además de que si lo gastaba sin pensar terminaría vaciándose antes de darse cuenta. De modo que, con el permiso de sus tutores, decidió buscarse un trabajo para los fines de semana. Cobraba poco, pero, puesto que tampoco era alguien de muchos gastos, no es que le importase.

La chica suspiró y se dispuso a ordenar algunos libros que los niños se ponían a desordenar cada vez que venían. Pese a que insistía una y otra vez en que debían ser buenos y comportarse, había pocos que hiciesen caso.

-Hola.

Una voz la sobresaltó, provocando que los libros que llevaba sobre sus brazos cayesen al suelo, estampándose contra uno de sus pies, dando lugar a que se encogiese sobre sí misma debido al dolor.

Al darse la vuelta se dio con el rostro de Asari.

-¿A-Asari-sensei?

-¿Estás bien? –preguntó ella sonriendo irónicamente.

-S-sí...enseguida recojo esto...

-Bueno...no me refería sólo a tu pie...

El cuerpo de la chica se detuvo de cuclillas, con uno de sus brazos alargado y  dispuesto a coger uno de los libros. Tras este lapso temporal, la joven se levantó con los textos en las manos y los depositó en su sitio.

-...

-¿Una maldición? –preguntó Eri.

Derain asintió.

-Cuando alguien es maldecido por un demonio se le inocula parte del Setten de éste, de manera que el individuo adquiere capacidades propias de un demonio. Eso incluye una mayor esperanza de vida, poderes sobrenaturales e incluso la posibilidad de devolver a alguien a la vida.

-Recuerdo haber leído algo antes –dijo mientras recordaba la búsqueda que hizo Reima- Entonces, ¿sugieres que maldiga a Shiina?

-No es tan sencillo. Si has visto algo sabrás que provoca efectos secundarios en la persona que es maldecida, además de que el hecho de resucitarla no es seguro. Ambas cosas dependen del poder del demonio que realice la maldición.

-... –la chica volvió la vista hacia su amiga- ¿Qué t-tipo de efectos secundarios se pueden dar?

-Son muy variables. He llegado a ver desde dolores intensos cada cierto periodo de tiempo hasta conexiones vitales entre el demonio y el otro individuo.

-Entiendo.

Entonces aquello era como una ruleta de la suerte. No sólo el hecho de devolverla a la vida sino también que al despertar terminase peor que como estaba.

-¿Y qué me dices de ti, Derain? Tú también eres un demonio, y además poderoso. Si lo hicieses tú las probabilidades irían a nuestro favor –propuso Akira.

-Por desgracia, yo no puedo.

-¿Por qué?

-Las maldiciones sólo pueden realizarse una vez en la vida del demonio. Cuando se realizan una segunda vez, tanto el demonio como el individuo al que se intenta maldecir mueren. Yo ya lo hice una vez por lo que no serviría de nada el volver a hacerlo...

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora