Capítulo 31: Orgullo herido

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-Chaos, ¿tienes un momento? –mientras Chaos y Luci se encontraban en mitad de su entrenamiento, un ángel se acercó a ellos.

Éste vestía una tela de color negro que formaba tirantes sobre sus hombros y unos pantalones del mismo color, sujetos a la cintura mediante un cinturón rojo. Tenía el pelo castaño y corto y ojos azul claro, junto a los cuales se observaba maquillaje de un rojo más claro que el del cinturón, y que les daba un aspecto más fino y alargado.

-Gabriel, ¿qué te trae por aquí?

-Me gustaría hablar contigo en privado...

-Claro... –contestó Chaos, poniendo expresión de preocupación-. Luci, espérame aquí. Vuelvo enseguida.

El demonio asintió, dejando que ambos se alejaran hasta un lugar en el que consideraron que no les escuchaba nadie. Entonces, llevado por la curiosidad, el joven demonio les siguió, escondiéndose detrás de los troncos de unos árboles.

-¿Varios ángeles han desaparecido?

-Así es. Además, de una manera muy extraña. En algunos casos, sus familiares los veían irse a dormir y, a la mañana siguiente, no había ni rastro de ellos. Es más, nadie los ha visto salir de la casa o caminar por las calles. Era como si hubiesen desaparecido en el sitio.

-¿Qué extraño? ¿Antes de eso habían visto algún cambio en ellos?

-Todos me han dicho que en las últimas horas antes de su desaparición se mostraban apáticos y deprimidos. Como si les faltase energía.

-¿Y no saben de algún lugar al que pudiesen haber ido o alguien con quien hubiesen tenido contacto?

-Nada. Todos coinciden en que algo habrá tenido que ver pero no saben nada al respecto.

-De acuerdo, investigaré sobre ello. Si descubres algo más, avísame –sentenció Chaos, despidiéndose del ángel mediante un gesto con la cabeza y volviendo con Luci.

En ese instante, se dio cuenta de la presencia del demonio.

-No eres muy bueno escondiéndote, Luci.

El aludido reaccionó con un pequeño salto, saliendo de su escondite con la mirada desviada hacia otro lado por la culpabilidad.

-No deberías escuchar a los demás a escondidas –le riñó Chaos.

-Lo siento...

-Bueno, ahora ya no importa. En cualquier caso, será mejor que acabemos el entrenamiento por hoy. Iré al territorio de los ángeles, a ver si encuentro algo relevante.

-Te acompaño.

-No, tú vuelve a casa. No quiero que te inmiscuyas en esto. Al menos por el momento.

-Pero...

-Sin peros.

-...vale...

Sintiéndose rechazado, Luci se dispuso a marcharse.

-¡Ah, Luci! Ni una palabra de esto a nadie.

-Me pregunto si todavía no soy lo suficientemente fuerte... –se dijo a sí mismo Luci mientras caminaba sobre las llanuras en dirección a las casas de los demonios.

-¡Oh! ¡Luci! ¡Cuánto tiempo sin verte! –exclamó una voz cerca de él que resultó ser la de Chronos. El creador de los humanos tenía una sonrisa afable en su rostro pero, desde el punto de vista de Eri, ésta era de lo más falsa. Por desgracia, el Lucifer del pasado no parecía haberlo notado.

-¡Chronos! Es verdad. Hacía tiempo que no te veía. ¿Por qué no te has pasado por la casa de Chaos?

-He estado ocupado con los humanos. Ya sabes, ser un buen líder cuesta lo suyo –rió Chronos-. ¿Y tú? ¿Qué tal estás?

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora