Capítulo 42: Los Pacificadores

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-¡Esto es un ultraje! –gritó el sagrado emperador Berengar, recorriendo de un lado a otro la extensa sala elegida para la reunión, al enterarse del ataque de los demonios durante el viaje de vuelta- ¡Si llega a oídos de la gente, perderán la confianza en nosotros!

-Cálmese, su majestad –dijo un hombre de aspecto tranquilo y maduro, sentado sobre una de las sillas de madera blanca, decorada con bordes dorados, que se encontraba junto a una gran mesa ovalada del mismo color.

Cerca de ambos, había una demonio y un ángel femenino. También sentadas, una de ellas observaba divertida al emperador mientras la segunda se disponía a continuar con la conversación.

-Los atacantes ya han sido detenidos y enjaulados a la espera de juicio y sentencia. Se ha evitado la filtración de información y ésta ha quedado oculta al pueblo. Podemos estar tranquilos.

-Me alegra escucharlo –contestó el más tranquilo de los hombres, tratándose éste del papa John X-. Sin embargo, deberíamos tener más cuidado de ahora en adelante. Dudo mucho que sea la última vez que se intente algo así.

-Bueno, en parte, para ello se ha formado una guardia humana –declaró la demonio, quien comenzó a reírse.

-¿Qué ocurre, Hana? –preguntó el ángel femenino.

-Nada, acabo de acordarme de alguien interesante.

-¡Creo que no le estáis dando al asunto la seriedad que merece! –las interrumpió el emperador- ¡Ya tenía mis dudas sobre todo esto! ¡Pero, con el ataque, no han hecho más que aumentar!

-Su majestad. La situación entra dentro de lo previsto. Nada más hacer pública la idea de relaciones amistosas entre humanos y demonios, así como la integración de unos en la sociedad de los otros, grupos de ambos bandos se lanzaron en protesta a las calles. Algo que los soldados tuvieron que controlar, pues faltó poco para que se enfrentasen allí mismo. No es de extrañar que, pese a que conseguimos convencer a una gran mayoría de las ventajas que supondría dicha relación, se hayan formado grupos terroristas y rebeldes que quieran ponerla en peligro.

No obstante, no debemos echarnos atrás. Dicha paz supondrá un gran avance para todas las especies: ángeles, demonios y humanos. Los primeros por la separación que esto ha desencadenado en su sociedad, dividiéndola entre aquellos que están de lado de los humanos, los que están de lado de los demonios y los que se mantienen neutrales. Además, la paz también ayudaría a incrementar su población, la cual es menor incluso que la de los demonios, ¿no es así, Thyra? –preguntó el papa, dirigiéndose al ángel.

-Sí. Los ángeles no sufrimos la discriminación que sufren los demonios, pero las consecuencias de la antigua guerra y la división social no sólo han conseguido que el número de individuos de nuestra especie se haya visto reducido sino, también, que la reproducción se encuentre estancada, de manera que hace décadas que no nace un ángel en este mundo.

-En lo que respecta a los demonios –continuó el papa-, la paz daría lugar al fin de la discriminación, lo que les permitiría mayor libertad y, al igual que los ángeles, un incremento en la población.

-Incluso si la caza de demonios ha disminuido en las últimas décadas, existen lugares donde mi gente sigue sufriendo esclavitud. En otros en los que no ocurre, simplemente son aislados, insultados y/o humillados –aclaró Hana.

-En cuanto a los humanos, incluso si son la especie dominante en estos momentos, los conflictos con las otras especies han causado muchas muertes innecesarias, la mayoría civiles o gente inocente. Además, el nulo o escaso intercambio de información entre las tres especies ha lentificado sus respectivos desarrollos, algo que ha afectado sobre todo a los humanos, quienes manejan peor su poder.

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora