Capítulo 55: Confesión

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Cuando Reima despertó, vio que se encontraba en un dormitorio, sobre la única cama que había.

No recordaba cómo había llegado allí ni por qué. De hecho, sus últimos recuerdos eran de antes del combate entre Uriel y Sariel en el campo de entrenamiento.

Confuso, intentó incorporarse, pero de repente sintió su cuerpo pesado y un dolor agudo en su mejilla izquierda.

-¿Qué...? –murmuró mientras se acariciaba ésta, teniendo una extraña sensación. Como si tocara algo rugoso.

Entonces, se dio cuenta de que a su lado estaba Hana, sentada sobre una silla y con la cabeza apoyada sobre el colchón, aparentemente dormida.

Quizás sus movimientos debieron despertarla porque, a los pocos segundos, masculló una queja casi inaudible y abrió lentamente los ojos, fijando la mirada en los suyos.

Sorprendida, saltó de la silla y se lanzó contra él, abrazándolo.

-¡Reima! ¡Qué alegría que estés despierto! –exclamó.

-Yo también me alegro, pero ¿podrías apartarte un poco? Me está costando respirar –replicó él, con voz rasgada.

-¡Ah! ¡Lo siento!

Tras apartarse, el chico pudo, esta vez sí, levantar la mitad superior de su cuerpo, hasta hallarse sentado. Se dio cuenta de que llevaba puesto un pijama, probablemente para mayor comodidad.

-¿Qué ha pasado?

-Antes que nada, ¿hasta dónde recuerdas?

-Hasta antes del combate.

-Ya veo... –dijo ella, denotando una expresión de tristeza que extrañó al espadachín- Es un poco largo de explicar, pero allá voy. Resulta que Sariel estaba siendo controlado por Remiel.

-¿El arcángel?

-Sí. Michael lo descubrió y también reveló que era quien había estado detrás de los últimos acontecimientos. Es decir, la desaparición... bueno, la muerte de Claude, el intento de asesinato a Thyra y supongo que también los disturbios entre humanos y demonios.

-¡Espera un momento! –le pidió el chico, levantado la mano y echándose la otra a la cabeza- ¡¿Claude está muerto?! ¡¿Y trató de matar a Thyra?! –mientras decía esto, imágenes de momentos relacionados con lo que le estaba contando aparecieron en su cabeza. Como recuerdos al azar que no lograba entender- ¿Qué...? ¿Qué me ocurrió?

Aquella pregunta hizo enmudecer durante unos instantes a Hana, que apartó ligeramente la mirada.

-Cuando se descubrió todo, Remiel trató de asesinar él mismo a Thyra. Tú la ayudaste y, en mitad de todo eso, te atravesó el pecho con una lanza de luz.

-¿Yo... morí?

-Lo habrías hecho, de no haber sido por la maldición.

-¿Qué maldición?

-Verás. Los demonios y los ángeles tenemos un poder que sólo puede ser utilizado una vez en la vida. Éste consiste en transmitir nuestro Setten a otros seres vivos con el fin de otorgarle parte de nuestra fuerza, algo por lo que acaban desarrollando poderes sobrenaturales propios de nosotros –explicó ella-. Con el fin de evitar que murieras, yo... utilicé ese poder...

-Entiendo. Pero, ¿por qué pareces triste?

-Como ya te he dicho, a este poder se le llama "maldición". Usarlo en alguien siempre provoca efectos secundarios. A veces incluso no llegan a saberse cuáles hasta tiempo después. En tu caso... –dijo, señalando su cara. A lo que él respondió palpándose de nuevo la mejilla.

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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