Capítulo 51: Rumores y disturbios

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-¡¿Qué?! –exclamó Hana al enterarse de lo ocurrido con los arcángeles.

El grupo se encontraba en el estudio del papa, donde un sorprendido John les escuchaba atentamente con las manos unidas debajo de la barbilla.

-Me parece excesivo –opinó-. Hubiese entendido una llamada de atención, pero apartarte de ella...

-¡Y tanto que es excesivo! –se quejó la demonio- ¡Y pienso decírselo!

-Tranquilízate un poco, Hana –intervino de nuevo el papa-. Teniendo en cuenta lo sucedido, es probable que hablen conmigo antes de llevársela de vuelta. Al fin y al cabo, dudo que quieran hacer de esto un conflicto –explicó-. Una vez nos reunamos con ellos, intentaremos convencerles de que cambien de opinión, ¿de acuerdo?

Más relajada y conforme con su propuesta, la gobernadora asintió, dejándose caer de manera brusca sobre en uno de los pocos asientos que había aparte del que ocupaba John.

-El problema es que, mientras tanto, no podré protegerla –se lamentó Thyra, acariciándose el pecho, justo donde se encontraba la Marca de Seraphim.

-¿Y dices que la única forma de eliminarla es con el poder de Michael? –preguntó Reima.

-Hay otra forma, pero supondría matarle. Y por muy molesta que esté, no quiero llegar hasta ese punto.

-¡Yo lo haré! –se prestó Uriel.

-¿Tú qué harás? –se sorprendió Thyra.

-¡Protegerla, claro! ¡No soy tan poderosa como tú, pero también soy un ángel! –declaró con confianza.

-Uriel, no es precisamente un trabajo fácil.

-¡Entonces tendrás que enseñarme! –replicó ella, alegremente, ante la incredulidad de la arcángel.

-De todas formas, ¿no decían que iban a ponerte un sustituto? –señaló Reima.

-Sí, pero no creo que lo hagan hasta el día de la reunión. Al fin y al cabo tendrán que presentarlo –explicó Uriel.

-¿Y sabes quién será?

-Ni idea.

-No nos quedan muchas opciones hasta entonces, Thyra –sentenció John, mirando a la arcángel y encogiéndose de hombros, a la par que ella hacía algo similar con Uriel.

-De acuerdo. Me sustituirás hasta que todo vuelva a la normalidad, pero tendrás que hacer lo que te diga.

-¡Eso está hecho! –respondió su compañera, abrazándola.

-Bueno, pues, de momento, damos por finalizada la sesión. Que llevo rato queriendo irme a la cama –declaró John, pues se habían presentado en su estudio justo cuando se disponía a acostarse.

-Siento haberte molestado, John –se disculpó Thyra.

-No pasa nada. Entiendo que es una situación urgente.

De esa forma, cada uno volvió a sus respectivas habitaciones. En el caso de Uriel, puesto que no podía volver con los ángeles, se quedó a dormir en la misma que utilizaba Thyra.

-¡Ese idiota de Michael! –se quejó la arcángel, una vez en la habitación, mientras se desvestía para meterse en la cama- ¡Estaba buscando la excusa perfecta para humillarme!

-Desde que te ascendieron a arcángel ha sido muy duro contigo –comentó Uriel, buscando espacio que dejarle, ya que, al haber un solo colchón, por muy grande que éste fuese, tenían que caber las dos.

-¡Por que es un machista y un antiguo! –añadió la arcángel.

-Pero aun así, es extraño.

-¿El qué es extraño?

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora