Capítulo 20: Ataque a la basílica

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-¡Reima! ¡Por aquí!

Tras atravesar a uno de los “Dying Walkers” con la hoja de su espada, el chico corrió hacia la puerta y cerró antes de que más de ellos lo alcanzasen.

Más tranquilos y seguros, Reima golpeó en la nuca al hombre que tenía al lado.

-¡Ay! Oye, eso no era necesario...

-¡Si me hubieses dejado usar todo mi poder esto se habría acabado en cuestión de segundos!

-Sí, y entonces la basílica también se destruiría en cuestión de segundos. ¿Tú sabes la conmoción mediática que causaría?

-Tonterías.

Vestido con una túnica blanca, el hombre que lo acompañaba resopló mientras negaba con la cabeza.

-Como sea, ¿cómo hemos podido llegar a esto...?

Hacía varios días que Reima había llegado a Italia con la intención de saber qué relación tenía la Inquisición con la aparición de los “Dying Walkers” en Japón, sin embargo, una vez hubo llegado a la plaza que rodeaba la basílica se encontró con un cúmulo de personas en ella observando el emplazamiento y cuchicheando entre ellos.

-¿Qué ocurre? –preguntó amablemente.

-¿No lo sabes, joven? –le contestó una anciana de pelo canoso y mirada algo opaca- Hace unos días que el nuevo papa entró en la basílica pero todavía no se ha sabido nada de él. Algunos piensan que quizás le haya ocurrido algo pero hay obispos apostados en la puerta que no dejan entrar ni siquiera a la policía...estoy preocupada por el estado de ese chico...

 

El papa al que se referían, Reima lo conocía bien. Había sido elegido joven y desde entonces había desarrollado bien su cargo, tomando una actitud carismática y cercana a los demás. Por otra parte había que señalar que de puertas para dentro era uno de las personas más vagas que había conocido, por lo que no pudo evitar esbozar una sonrisa irónica al pensar que todo aquel barullo podría haberse formado por simple pereza de ver a sus seguidores. Aunque, también era cierto que, si así fuese, no habría entrado en la basílica y hubiese preferido quedarse en sus aposentos.

 

El profesor movió la cabeza de un lado a otro intentando olvidarse de ello y, después de dar las gracias a la anciana, se dirigió a la puerta donde policías y obispos estaban discutiendo.

-No creo que los mandase mantener a raya a los civiles y a la policía sólo para poder echarse una siesta, ¿no? Algo serio debe de estar pasando... –murmuró para sí mismo a la vez que se acercaba a uno de los obispos más alejados de la situación- ¡Oye! –llamando su atención, éste lo reconoció y se acercó a él.

-¿Qué haces aquí?

-Tenía que hacer una investigación relacionada con los “Dying Walkers” pero cuando intenté hablar con Ettore para avisarle de lo ocurrido no me contestó...

-Probablemente por entonces ya había ocurrido...

-¿A qué te refieres?

-Un grupo de “Dying Walkers”, por influencia de alguien que desconocemos, han perdido el control y han comenzado a atacarnos. El papa y el resto de obispos están intentando controlar la situación para que no salgan de la basílica. No podemos dejar que nadie se vea envuelto.

-Ya veo...bien, entonces déjame pasar, veré si puedo ayudarle.

-B-bien...acompáñame, te llevaré dentro.

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora