Capítulo 45: El esclavo

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Era por la mañana mientras Reima esperaba en las puertas del castillo junto a su grupo y el de Tathya. El motivo tenía que ver con que Hana y Thyra iban a dar una vuelta por la ciudad, y ellos habían sido elegidos para protegerlas. Por otro lado, Hana le había dicho que aquello también ayudaría a que Julius cambiase de parecer.

Mientras esperaban a que llegasen las dos gobernantes, el chico echó un vistazo al resto de sus compañeros. Desde los más serios, como Tathya o Sarhin, a los menos, como Cain y Abel, el último de los dos bostezando cada diez segundos.

-¡Si has dormido como diez horas! ¡¿Cómo es posible que sigas teniendo sueño?! –se quejó Cain mientras le pellizcaba la barriga a su hermano.

El pequeño de los dos soltó un grito de dolor, acariciándose la parte afectada.

-Es que no estoy acostumbrado a madrugar tanto. Y me afecta, aunque haya dormido mucho –respondió con voz adormilada y bostezando de nuevo.

-¡Eso no tiene sentido! –exclamó su hermano.

-¿Tú estás bien? –mientras Reima observaba aquella escena, Alex se acercó a él.

-Sí, estoy acostumbrado a levantarme temprano. Me gusta aprovechar el tiempo –contestó el espadachín.

-Bien, un guerrero despierto es un guerrero capaz –dijo Alex, poniendo una de sus manos sobre la cintura.

-Lástima que no puedas decir lo mismo de ellos dos, ¿eh? –bromeó a la vez que señalaba, con un gesto de la cabeza, a los dos hermanos.

-Bueno, quizás no sean muy... como es la palabra, ¿ortodoxos? El caso es que eso no quita que no sean capaces. Cada persona tiene su manera de llevarlo.

-¿Qué opinas del otro grupo, entonces? –preguntó Reima, refiriéndose a Tathya y los demás.

-No creo que haya problemas entre Helder y Lianor –empezó a explicar Alex, señalando primero a un chico y una chica de pelo negro y corto. Reima recordaba haberles visto cuando lucharon por el liderazgo de los grupos. Por entonces, ambos llevaban la misma armadura.

-¿Son pareja? –preguntó Reima.

-Hermanos. Al igual que Cain y Abel –contestó Alex-. Aunque parecen llevarse mejor que esos dos.

-Ya. ¿Qué hay de los otros? –continuó Reima con los que, de hecho, más habían captado su interés.

-Diría que entre Tathya y Sarhin hay buena conexión. A su manera, claro. Pero no da la sensación de que se lleven muy bien con Julius.

Pese a que no había estado en la conversación de la noche anterior, el líder había dado en el clavo, aunque no se detuvo ahí.

-Pero, creo que en cuanto solucionen ese problema, su relación será más fuerte que la de los demás.

-¿A qué te refieres? –preguntó el espadachín japonés.

-No sabría exactamente cómo explicarlo, pero supongo que cuando alguien se enfrenta a una situación difícil junto a otra persona, eso termina uniéndoles. Y una vez se ha producido, es un lazo muy difícil de romper.

Si bien no acababa de comprender las palabras de Alex, el joven pensó que, teniendo más experiencia, sabía de lo que hablaba.

En ese instante aparecieron Hana y Thyra, indicándoles que se subiesen a los carros, por lo que decidieron dejar la conversación y ponerse a trabajar.

Tras un corto viaje a la ciudad, los dos grupos de Pacificadores, así como las gobernantes, se bajaron de sus vehículos, situados a un lateral de una de las grandes plazas de la ciudad, poco frecuentada a esas horas.

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora