Cap 16: Junto a ti

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El día era soleado, y el pelinegro se encontraba acostado en su cama, con la mirada perdida, sin su sonrisa espléndida que brindaba cada mañana. Parecía una persona completamente distinta, y eso no solo lo notó él mismo.

Su hermana le había ido a visitar el día siguiente que tuvo la pelea con Will, lloro como un niño bajo los brazos de ella. Debía admitir que nunca antes había tenido necesidad de llorar enfrente de su hermana, pero fue distinto, esta vez no solo lloro, también le contó todo lo que había sucedido. El rostro que había visto aquella vez en su hermana jamás lo iba a olvidar, era idéntico al de su madre, cuando él lloraba frente a ella. 

Había perdido a otra persona, por su culpa. Todo era su culpa.

Sí que había intentado hablar los días siguientes con el castaño, pero este lo evitaba, no quería dejar de escuchar su voz.

¿Por qué tenían que alejarse ahora? 
¿Por qué cuando todo iba tan bien?

Realmente los días habían pasado rápido, en cuestión de un abrir y cerrar de ojos, ambos chicos ya no eran más que simples conocidos que alguna vez se amaron. Había pasado un mes desde la última vez que dijeron aquellas palabras que aún dolían con tan solo pensarlas.

Todo ese tiempo creyeron que iban a estar bien. Pensaron que al estar lejos, todo en ellos mejoraría. ¿Cómo podrían cambiar de opinión al respecto?.

Aquel pelinegro seguía mirando hacia la nada. Tenía la vista roja, quizá por haber llorado, por haber dejado de dormir bien, por pasar más tiempo en su ordenador. 
La puerta de su habitación se abrió, mostrando a una pelinegra sonriendo.

-Venga, levántate ya- alejo al contrario de las mantas.

-¿Para que?- contestó el contrario -No haré nada hoy-

-Al menos sal a tomar aire- 

-No quiero- 

-¿Desayunar?-

-No tengo hambre-

-¿Al menos te iras a bañar?-

-Tengo frío-

-Entiendo que estés triste- suspiro la chica -Pero eso no significa que tengas que oler mal-

-Prefiero no hacer nada por el resto de mi vida- hablo el pelinegro.

-Bien...- dijo la pelinegra -Te dejo el desayuno en la mesa, me tengo que ir al Restaurante, cuídate ¿si?-

-Lo haré, al menos eso sí se hacer- balbuceo.

-Te quiero- la chica salió de la habitación al decir aquello.

Te quiero...
¿Hace cuanto no escuchaba esa palabra?
¿Hace cuanto el castaño no le decía eso?

Decidió levantarse, no debería dejar de ser él mismo.

Con esa personalidad le gusto al castaño y tenía pensado volver alguna vez con el menor, poder al menos hablarle, tener su amistad. Sabía que no le bastaba, pero lo prefería, porque no quería perderlo, y no quería quedarse sin hacer nada, porque tenía aún una oportunidad.

[...]

El castaño se encontraba trabajando en el restaurante, tenía ojeras, se veía más flaco, y más cansado. Aun así no dejo de trabajar, hasta a pesar de tener a la pelinegra prácticamente encima suyo; no había vuelto a hablar con el pelinegro, no quería hacerlo aunque le doliera.

No podía creer que había pasado un mes. Un mes desde que habló con el pelinegro, había pasado tanto tiempo, realmente le pareció una eternidad.

𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora