capítulo 82

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Lento castigo:

Narración:

Mexicali, Baja California norte.

Eran las tres de la mañana, y como ya era costumbre, Amy se encontraba en el cuarto de baño, vomitando por cuarta vez en lo que iba de la noche.

* en dónde dejaste tu medicación? No la encuentro por ningún lado.

Le preguntó su madre entrando al baño. El rostro cansado por la privación del sueño. Con fatiga, Amy levantó la cabeza en su dirección. Poseía el rostro más demacrado que alguien podría tener.

* las tiré.

Contestó jalando la cadena del inodoro. Su madre abrió muy grandes los ojos al exclamar enfadada:

* qué?! Pero tú estás loca! Cómo te atreviste hacer semejante estupidez, con lo caro que nos costaron!!

* ya no servían para nada! Ya nada me puede quitar estos malditos síntomas! Únicamente me hacían sentir peor de lo que ya estoy!

Yuki descruzó los brazos con la intención de darle una bofetada por haber malgastado así el dinero. Pero al ver a su hija que apenas y podía dar un paso, se contuvo. Era cierto, los medicamentos para tratarse la enfermedad que pescó el día que le dieron tremenda golpiza aquellos salvajes, ya no surtía últimamente el mismo efecto... Si tan sólo los médicos que la atendieron se hubieran percatado a tiempo, Amy no estaría en ese estado.

El par de mujeres no se dieron cuenta de inmediato. De hecho, no lo hicieron hasta dos años después, cuando los síntomas ya eran más que evidentes. Antes de acudir con un especialista, Amy atribuía sus malestares al estrés y la tensión por tener que estarse ocultando. Pese al tiempo trascurrido, seguían siendo prófugas.

Se gastaron mas del 50% de los ahorros de Evan Yamamoto para los estudios que requirió, para que al final, fuera demasiado tarde. El virus de la hepatitis B, ya estaba muy avanzado. El tratamiento sólo servía para controlarlo, pero como era evidente, eso tampoco ya estaba funcionando. Yuki en el fondo lo sabía pero no quería admitirlo en voz alta.

Se trataba de un castigo divino? Podría ser, pero Amy y su madre no lo consideraban así. Continuaban firmes en creerse las víctimas. La vida no dejaba de ser injusta con ellas...

Yuki la ayudó a volver a la cama. Había ocasiones como esta, en las que Amy no podía hacerlo por ella misma. Tenia días buenos, unos malos y otros peores, cuando la cefalea se combinaba con el vómito y la fatiga.
Su madre se la quedó mirando. En dónde había quedado su fuerte hija? Aquella mujer que no podía quedarse sentada; siempre estaba haciendo algo nuevo gracias a ese brillante cerebro que poseía.

* muchacha, tómate esto... Te ayudará a asentar el estómago.

La dulce viejecita que les estaba dado albergue en su humilde casa desde hace ya mucho tiempo, se hizo presente con una humeante taza de té en una de sus arrugadas manos. En la otra llevaba su bastón.

* gracias, no debió levantarse.

Cogió la taza Yuki.

* no es nada, sabes que aprecio mucho a tu hija. Me duele bastante oírla tan enferma... Tú también deberías tomarte uno. Te servirá.

Yuki rodó los ojos. «Claro, como si un estúpido té fuera a solucionar todos mis problemas». La viejecita no pudo darse cuenta de tal grosería. No veía. Perdió la vista poco después de volverse madre, a causa de una infección mal tratada.

Aquella mujer de edad avanzada que aún podía valerse por sí misma, tampoco había sido afortunada en la vida. Su única hija murió y su marido la dejó. Antes de que las Mizuno aparecieran en su vida, solía vivir con su nieto, el único familiar que le quedaba. Pero el joven murió un año atrás, en un trágico accidente mientras trabajaba en su taller. Quizás por esa razón simpatizó con madre e hija y no dudó en darles un techo, luego de escuchar su "trágica" historia.

El Verdadero Amor Perdona 💞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora