capítulo 138

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Mi mejor decisión, parte uno:

Narración:

Tiempo después...

Catorce de febrero del 2031. La fecha al fin había llegado; Serena y Darien celebrarían su ansiada boda religiosa y esta vez nadie la arruinaría. Todo ya se encontraba listo. El azabache había podido salirse con la suya, lo que significaba que desde la servilleta que usarían hasta la iglesia, sólo sería lo mejor de lo mejor. Casi se podía decir que sería la boda del siglo. Incluso unos cuantos reporteros esperaban afuera de la 'Catedral de la Asunción de María' para poder capturar la llegada de la novia antes que nadie. No era ninguna exageración, puesto que Darien se había vuelto una figura importante en el medio empresarial y muchos ojos todavía seguían de cerca la vida de Jedite y su prole. Era de esperarse y las tres familias ya estaban acostumbradas.

Un detalle que debía destacarse es que la catedral mencionada no podía casar a los novios si no era con su respectivo sacerdote. Sin embargo, ni esto supuso un problema para Darien Chiba. Él y Serena deseaban que el padre Gabriel oficiara la ceremonia y así sería. Evidentemente todo apuntaba para ser perfecto, pero claro, como nada en esta vida puede ser sencillo, una Serena nerviosa caminaba de un lado a otro en la habitación que su padre le había preparado para que allí se alistara. Ya que su flor no había podido crecer bajo su tutela, deseaba que saliera de su casa vestida de blanco. Lo más que se pudiera de acuerdo a la tradición. Serena quiso darle gusto y por ello pasó la última noche ahí, mientras su prometido que pretendía tener una velada tranquila en la habitación vecina fue secuestrado por sus hermanos para celebrar la despedida de soltero en compañía de otros conocidos. De esto la rubia no estaba enterada pero ya lo haría después.

Mordiéndose las uñas Serena volvió a resoplar. Parecía una yegua salvaje a la que acaban de ensillar. Su madre, la abuela Luna, Kakyuu y las chicas que fungirían como las cuatro madrinas le hacían compañía y todas encontraban de lo más divertida a la alarmista novia. Lo era porque no había motivos para tanto alboroto...

* deja de hacer eso o lucirás unas manos espantosas.

Kara la frenó, tal cual una madre detendría a su pequeña hija de hacer una travesura. Serena no se excusó, simplemente la miró agradecida porque esta vez sí la tenía a su lado apoyándola. Lo que siempre quiso. La mujer lo notó y nuevamente ahí estaba; esa conexión entre miradas muy de ambas porque entre madre e hija sobran las palabras. Fue cálido, como un abrazo en un día de invierno. Por ello ninguna de las presentes se atrevió a decir nada.

«Si Artemis estuviese aquí se sentiría muy contento de verlas tan unidas», pensó Luna y los ojos se le cristalizaron. Cuanto echaba de menos a su marido.

La rubia de ojos como la miel le regaló una bonita sonrisa a su hija y entonces dijo mientras le apartaba el cabello de los hombros:

* voy a pedirle a la servidumbre que te traigan un té para los nervios.

Dudaba que una simple bebida sirviera; en estos momentos sólo una copa le ayudaría, pero igual Serena asintió y ambas se soltaron.  La madre estaba por salir pero en el último segundo se volvió para sugerirles a las demás que la convencieran de que se fuese vistiendo. El tiempo estaba caminando de prisa. A las diez en punto ya tenían que estar en la iglesia.

* yo sacaré el vestido.

Enseguida se ofreció Michiru y Kakyuu la siguió pero ella para buscar los accesorios. Luego Rei se levantó de su asiento para tomar a su amiga de los brazos y regresarla al banquillo del tocador para que Lita pudiera continuar con su trabajo, el cual era peinarla. Mientras tanto, Reyka continuaba ayudando a la abuela Luna a maquillarse. Su parkinson, (que le inició poco después de la muerte de su esposo), ya le impedía hacer muchas cosas.

El Verdadero Amor Perdona 💞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora