capítulo 33

335 45 20
                                    

Venganza consumada:

Serena:

Aunque molestó un poco a Darien, sorprendí a toda la familia y creo que ofendí a Selene, haber cambiado de psicólogo fue lo mejor que he hecho en lo que va de este tiempo. No digo que ya he olvidado y superado todo gracias a Kaito, porque no es así. Sigo sintiéndome como una muñeca usada y completamente rota. Aún tengo pesadillas, y si alguien ajeno a mis hijas me toca, revivo lo que me hicieron y me da el ansia de querer huir de todo, hasta de mí misma. Nunca se irá ese miedo, esa sensación, pero al menos puedo estar cerca de Kaito, un hombre, sin sentir esa ansiedad. Y eso es un gran avance; ya no estoy como en un inicio y hasta casi a diario salgo de casa para tomar la terapia. Kaito me da las sesiones en un parque muy bonito cerca de la casa, y mis hijas e Ikuko siempre me acompañan con el equipo de guaruras. Claro, me dan mi privacidad con Kaito o no estaría resultando.

Mi miedo sobre lo que les puedan hacer a mis hijas sigue latente pero, me ayuda un poco que hasta ahora todo va tranquilo, dentro de lo que cabe, y además nunca están solas. Tendrían que llegar con una manada de delincuentes para volver a hacernos daño. Más daño, mejor dicho.

Sobre mi otro miedo, de que tal vez llevo a un hijo dentro de mí, se ha minimizado un poco porque ayer me llegó el periodo. Eso es una buena señal y me estoy aferrando a ella para intentar hacer las pases con la vida y conmigo misma, luego de haberme abrumado yo sola antes de tiempo y al guardar silencio. A Kaito aún no se lo digo, y no por desconfianza, sino porque como dije, hay una buena señal de que mi infierno no se extenderá como creí y en ese caso, no hay porqué tocar temas que de nada sirven.

Tampoco me he acercado a Darien, no como antes, sin embargo, sí he hablado con él en un tono en que le dejé claro cuánto lo sigo queriendo y estoy cooperando para que a él también le sea menos difícil la situación. Pobre, la cara que tenía hace varios días atrás era una que a leguas te dejaba leer su dolor y su angustia. Verlo de esa manera me hacía morir por ir a abrazarlo y hacerlo olvidar un poco sus penas. Pero claro, no pude.

Darien al escucharme así de cercana me lo agradeció y luego me hizo saber que para nada me culpa ni le molesta mi lejanía en algún sentido fuera de lugar. Que no soy como una copa que luego de quebrarse la unes con pegamento y la puedes seguir tocando sin problema. Me dijo que me comprende más de lo que me puedo imaginar y me esperará todo el tiempo del mundo, y que cuando eso suceda, ya nada habrá ni podrá impedirnos ser felices. Si superamos esta prueba tan, tan difícil, ya nada peor puede ocurrir, y por ende, separarnos... Yo no estuve muy de acuerdo pero no dije nada. Y desde entonces, digamos que a un ritmo lento estamos por salir adelante. La familia, pero en especial las niñas han sido un gran apoyo para mí. Mis hijas y mi bebé en el cielo con quien a veces platico en mi soledad, son la fuente de mi fuerza y entereza. Creo que de no ser por ellos, yo ya no estaría aquí...

* mami, dice mi abuelita que todo ya está listo para irnos.

* ahora voy, hija.

Termino de amarrarme el cabello, me pongo un suéter grande y calentito, tomo la mano de mi hija y nos vamos a mi terapia. No me arreglé como solía hacerlo porque ya no tengo interés de lucir bonita ni nada de eso. Al contrario, mientras más desaliñada esté, más segura me siento porque así evito las miradas de los hombres. Esas de lujuria como solían verme. No las soportaría en estos momentos.
Kaito dice que estoy adoptando un camuflaje para bloquear lo que me pasó, que mi cerebro consciente o inconscientemente, me pide repeler a la gente y yo lo estoy haciendo con mi manera de vestir. A él no le parece bien que me refugie en eso y cada que puede me lo recuerda. Sé que tiene razón. Siempre la tiene. Pero por ahora no quiero trabajar en ello. Hay cosas más importantes qué remediar en mí, que mi aspecto físico...

El Verdadero Amor Perdona 💞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora