xxxiv. a kid

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me siento como una extraña cada vez más.

Ella pisoteaba una y otra vez el suelo con su zapatilla, intranquila, desesperada o curiosa. Observando expectante al hombre grande frente an ella, esperando que hiciera algo.

—Préstame mucha atención.

Lo hacía, sus brazos entrelazados con sus orbes siguiendo sus movimientos indiferentemente. 

—¿Cuál sería tu reacción al ser apuntada con un arma en la frente?

—¿Qué?

—Respóndeme.

—No tendría reacción.

—Ahí, —señaló, negando la cabeza una y otra vez mientras daba una vuelta a su alrededor—. es donde estás mal. Eres mi hija, cuando alguien te apunta con una arma de fuego, tú haces lo mismo.

—No soy como tú.

—Te pareces más a mí de lo que crees.

Negó, —Ni siquiera te conozco. No puedes decir que nos parecemos, en realidad no estoy segura de cual es la verdad después de todo.

—Yo soy tu padre.

—No me has dicho la verdad. Todos me dicen diferentes versiones. —pestañeó varias veces mirando hacia abajo—. Quiero oír la tuya.

—¿Quieres oírla?

—Lo estoy pidiendo.

—Cumplí veintitrés y me enteré que sería padre, mi mundo se vino abajo. Tenía mucho por vivir, estaba en la mísera. No tenía dinero, tampoco tenía familia que me resguardara... —Máximo seguía con sus orbes puestos en los de ella—. Era un chico solo sin tener para comer el mismo. No podía criar un hijo, pero la madre de tu hermano decidió que si lo quería. Y empecé a trabajar de lo que sea.

—¿Y el honor?

—El honor no me fue entregado hasta que nació Geimy.

—¿Cómo mantuviste dos hijos hasta que ella nació?

—Fueron muchas cosas, tenía que darles comida, también un techo y los paseos. Encima con la muerte de la madre de tus dos hermanos fue mucho peor.

—¿Tienen la misma madre?

—En realidad cada uno es diferente madre. Solo es pura coincidencia que Aitana y Marlén murieran en el parto. —bajó la mirada al recordar. Simplemente carraspeo concentrándose en recargar el arma—. Los dos necesitaban de su madre, más que todo por leche materna y las necesidades que solo una madre puede entender. Era frustrante sus llantos, no entendía que necesitaban. Y solos éramos los tres.

—¿Cómo hiciste?

—Hay cosas que deben hacerse para salvar a los que amamos. Jack fue mi primer hijo, me fue difícil explicarle que no podía darle las mejores cosas. Me partía el corazón ni siquiera poder darle de comer un tarro de leche. Tenía una sola salida.

—¿Cuál?

—Me prostituía. Y con cada mujer que salía, les metía la excusa de él tocarme estar ese día con mi hija. Así que ellas aceptaban pagarle todo. —presionó sus labios, encogiéndose de hombros—. Lo mismo hice con Harley, ellos sobrevivían por esas mujeres.

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