vii. my kiss

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un beso desata
muchas cosas.

El hombre de cabellera rubia cerró uno de sus ojos apuntando hacia el cuerpo que le indicaron, exactamente hacia la altura del corazón, pero la chica fue lanzada por el suelo del bote por un rubio pegado hacia ella, impidiendo matar a su víctima.

—¿Qué diablos te sucede? El jefe nos matará si le hacemos daño a esa niña. —Luke, su compañero de trabajo, le pegó en el hombro mientras el otro seguía conduciendo—. Nos pidió exactamente recuperarla, no matarla, regresarla en todos sus sentidos.

—Lo único que hace esa niña es distraernos de nuestro nuevo plan, robar la investigación de Routledge. El jefe simplemente está obsesionado haciendo que recogiéramos niños por todo el mundo.

—Son sus hijos, los quiere recuperar.

—Bueno, nosotros queremos ese tesoro. —Mike habló entre dientes, sujetándose de una baranda mientras hablaba con el azabache—. Y esa niña nos lo está impidiendo.

—Sí la matamos, Máximo nos asesinará en menos de dos minutos. —continuó Calum confundido.

—Para ese entonces ya estaremos fuera de sus radares.

—Escapar de una mafioso no es tan simple como crees, el es como el rey de todo el mundo. —Luke razonó disgustado—. Enloquecerá si matamos a su hija, ¿estás demente?

—Llevo trabajando para él desde hace diez años, sé todos sus trucos. Ella solo es una pequeña porción del gran tesoro que les robaremos, ellos nos llevarán hasta él y Máximo nunca se enterará de esto.

Luke siempre le fue muy fiel a su mejor amigo, también como se negaría rotundamente a hacerle daño a su ahijada de diecisiete años.

Por lo que en unas horas su compañero dejará de buscar, porque estará bajo tierra.

—Dios, estos hombres están demasiado locos. —Cassie seguía agachada junto a los demás mientras intentan escapar de los malos, respirando agitadamente tomada de las manos con el ojigris.

—No me digas, al parecer discuten si dispararnos o no, de todas maneras algo no saldrá bien.

—¿Tú crees? —la ojimiel rodó los ojos mientras intentan regular su respiración, observando por el rabillo del ojo que los hombres misteriosos seguían discutiendo y lanzado balas por doquier—. ¡John B, agáchate, tarado! ¡Te van a matar!

—¡¿No vez que intento salvarnos, tonta?!

—¡De todas formas no saldremos vivos si nuestro piloto le atraviesan una bala en el trasero!

Kiara, quien permanecía apartada en la esquina del bote, apenas asomando sus ojos hacia las personas que los perseguían, respiraba agitadamente mientras intentaba buscar una solución con todos los gritos que lanzaban sus amigos. —Dios, vamos a morir, vamos a morir muy feo, muy feo.

La menor solía tener muchas malas ideas en sus momentos de desesperación por lo que en ese preciso momento, estaba teniendo la peor idea de todas.

Como pudo, logro levantarse del suelo y arrastrase con sus piernas flexionadas hasta la parte trasera del espacio pequeño, ignoraba los gritos que lanzaban sus amigos de preocupación y confusión, pero en ese instante no tenía tiempo para eso. Se levantó sobre sus pies, tomando la red que tenía guardada para cuando pescaban su almuerzo y la usó, tirándola por la borda y asi unos segundos después el barco que los seguía dejara de moverse.

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