Capítulo 07| Nuestro primer beso

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Sus hombros anchos se mueven desgastados con el orbe puesto en la mira telescópica en su Barret M82, más conocido como un fusil semiautomático usado en unidades espaciales hecho para ser un francotirador. El hombre suelta un suspiro, sus hebras castañas picando por estar bajo el sol. Tiene la vista puesta en el par de adolescentes intentando escapar de él y sus hombres, lo cuál era completamente inútil, nada de le escapaba.

—Dale, Luke. Nunca fallas un tiro.

Se acomoda en su lugar manteniendo el equilibrio, soltando un suspiro al encontrar la posición exacta para dispararle justamente arriba del pecho izquierdo a cierta chica aparentemente aterrada.

—¿Qué estás esperando, Luke? Disparale de una maldita vez, hemos estado meses buscándola. Cumplamos esta misión para poder regresarnos a Italia pronto. —Calum escupe fríamente, apurándolo.

—Solo nos mandó asustarla, no a matarla.

—Es la misma maldita cosa.

—Nos encargo protegerla, ¿qué estás diciendo?

—Disparale.

—¿Estás completamente loco? Mi jefe nos cortará nuestras cabezas si le llega a suceder algo a esa niña, literalmente no podrás pegar un ojo en las noche. Estaríamos sentenciándonos a muerte.

—Es una orden.

—Sé que estás a cargo, pero no la lastimaré.

—Me importa una mierda esa mocosa, quiero librarme de ella de una maldita vez. Somos mercenarios, cazarrecompensas, no unas malditas niñeras de una adolescente de diecisiete años.

—Esa adolescente es la hija de un hombre peligroso.

—Solo mátala, volveremos a casa temprano. Esos chicos se encargarán de reanimarla mientras nos enfocamos en lo importante, robar la investigación del Royal Merchant. Estaremos bastante lejos de la mira de tu jefe antes de que se entere, no le tengo un mínimo de miedo.

—No le haré daño.

Se acerca a él, jalándolo de la chaqueta negra junto a su asqueroso semblante enfadado. Intenta calmarse, respirando fuertemente contra su persona.

—Obedéceme.

—Traicioné a mi jefe por ustedes, pero no asesinaré a su hija.

—Bien, si no lo haces tú...

—Ni se te ocurra ponerle un dedo encima.

—Tranquilo, Nichols. Solo le daré un pequeño susto.

Se interpone frente a la boca del arma antes de cometer un delito grave. Su expresión es neutra, muy firme en su decisión ahora en fallarle a todo su equipo.

—Conseguiremos esa investigación, pero no de esta forma.

—Maldita sea, es solo una niña.

—Buscaré otra forma.

Calum rueda los ojos, más termina rindiéndose.

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