|| En edición ||
Cassiopeia lo observaba distante e indiferente en su lugar, en su expresión mostraba perfectamente su humor respecto a los acontecimientos. Así mismo, el rubio que amaba hacerla enloquecer se cubría los labios con miedo a soltar una...
❝ porque cuando los salvatore lleguen a esta isla, nadie estará a salvo. ❞
Cassie observaba con indiferencia las acciones del rubio, este se movía por todo el espacio del patio trasero del chateau, relatando su historia terrorífica que les sucedió hace algunas horas.
—Estábamos afuera así, y lo único que escuchábamos era ¡bum, bum! —movió sus brazos como si la arte luna corriera por su cuerpo—. Se caía la pintura de la casa, ¿si? Y lo miraba a él... mira, mira esto. Mira.
—Eso es caspa, que asqueroso.
—Okey, basta.
—Es pintura. —JJ miró hacia la dirección de la castaña, queriendo buscar más haya de su expresión algún indicio de que estuviera tomándole atención, pero ella estaba metida en su propio mundo—. A esa altura, yo... esperaba la muerte.
—Aunque vieron a los tipos que nos dispararon, ¿no? Podrías darnos una descripción de cómo se veían realmente para sacar una prueba.
—Sí, lo que sea.
—Algo que nos ayude para denunciarlo a la policía. —Pope ladeó la cabeza, concentrándose en la palabras del mayor.
—Rudos.
—¿Rudos?
—Sí.
—Eso no ayuda mucho. —Kiara relamió sus labios negando con la cabeza—. De verdad, piénsalo.
Cassie solo tenía una cosa en mente; la carta que recibió en esta mañana cuando cayó por la puerta ni bien la abrió para salir. Era algo espeluznante, tenebroso y siniestro, es decir, el destinatario solo decía un familiar. ¿Un familiar? ¿Qué familiar? Tiene muchos parientes como para tener un idea de a quien se le ocurría mandarle semejante cosa que daba miedo.
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¿Qué demonios significa eso?
Además, ¿había remojado el papel en café o algo por el estilo?
No estaba segura de que querían de ella, pero de algo estaba muy segura; lo averiguaría.a
—Esos tipos... esos tipos eran narcos o algo parecido, son como asesinos. —JJ antes de terminar de hablar, tomó una calada de su cigarrillo—. Eran traficantes.
—¿Cómo Pablo Escobar?
—Sí, amigo.
—Chicos, no todo es como en la películas, no nos están persiguiendo los secuaces de un mafioso. —la morena negó haciéndolos entrar en razón—. ¿Por qué buscarían a unos adolescentes para empezar?
