xxxix. squares

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¿no es lindo?

Levantó la mirada con timidez, tragando saliva mientras mantenía su postura indecisa y su expresión confundida. El mayor se dio cuenta de cómo había actuado, simplemente retrocedió con la mandíbula apretada.

Por un momento, todo se fue a la mierda.

—Cass, yo...

—Aléjate de ella. —Jack se entrometió, posando a la ojimiel detrás de él, alejándola del rubio a toda costa que solo intentaba remendar su error.

—Basta. ¿Esto haremos ahora? —John B ignoró toda la escena, absortó a los secretos en el aire—. ¿Robarles a los traficantes?

Maybank observó los orbes mieles que se negaban a mirarlo, no sabía si era miedo o rencor. —¿Les gusta que les apunten con un arma? A mi no me gusta.

—Basta. Tenemos que buscar nuestro oro, ¿de acuerdo? Pero primero, —se agachó para recoger la maleta llena de billetes—. Dame esa mierda, la devolveremos.

Todos se asustaron cuando el cuerpo del castaño fue presionado en la ventana de la camioneta, presionado do fuertemente que temieron que se lastimara.
—¿Ahora te crees un chico rudo? ¿Te crees uno? ¿Qué harás cuando venga por nosotros? ¿Cuando le haga daño a ella? —señaló hacia la menor, quien miraba tocó apartada—. ¿Le gritarás de nuevo? ¿La defenderás? Dímelo JJ, dime que harás si llega a tocarla por una estupidez que tú hiciste.

—Lo mataré.

—Excelente idea, solo harás que ella te tenga más miedo del que te tiene ahora.

El ojigris miró en su dirección con sus labios apretados en una línea recta, negando una y otra vez, resignándose al hecho de haberse parecido a su padre. Optó por arrebatarle la maleta de sus manos, sujetándola con solo un brazo aunque pesaba más de lo que esperaba, haciendo que resalte una vena en el antebrazo.

—No devolveré esto. —subió al auto molesto, sentándose en el asiento indiferente—. ¿Vienen o qué?

—Estamos hartos de tu mierda.

Bajó a pasos decididos, rodando los ojos. —¿Mi mierda?

—Sí, tu mierda.

Kiara respiró hondo, antes de entrometerse en su conversación para nada bonita. —Te estás apuntando a la mierda de los demás.

—Actúas como un maniático. —Pope habló tambien molesto, frunciendo el ceño.

—Asumí la culpa por ti, amigo. —JJ rio entre dientes, con el corazón en la mano, dolido por la falta de apoyo—. ¿Sabes cuánto dinero debo por ti?

—Te lo devolveré, además, no te pedí que lo hicieras.

—¡Pues lo hice! Tengo el dinero, justo aquí y ahora mismo, por mi solo. —pasó la saliva dolorosamente, como su está fuera una bebida ardiendo, más el nudo en su garganta no ayudaba—. ¿Tú también piensas así?

Una cosa es la opinión de los demás, pero si ella afirmaba una respuesta positiva, le dolería aún más.

—Pudimos resolverlo de otra forma.

No notó cuando retrocedió por segunda vez, manteniendo su mirada fija en la castaña cabizbaja. —Exactamente eso haré, me iré. Yo solo, como siempre suele ser.

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