𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗: 𝐉𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨

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—¡Reiner!.

El grito de preocupación de Bertholdt había resonado con fuerza mientras se acercaba a su amigo y lo sacaba a la fuerza del cuerpo del titan acorazado. Reiner estaba casi inconsciente y Bertholdt lo ayudó a ponerse de pie para alejarse del cuerpo del magullado gigante.

—Yo gano.

El gigantesco mono habló con una semi sonrisa. Pieck un poco alejada de ahí suspiró con tristeza, de nuevo iba fallar en su promesa.

—Annie puede ser salvada después. Nuestra  prioridad es obtener las coordenadas, esperemos a que ellos vengan a nosotros. Tal como habíamos acordado.

Ellos no iban a rescatar a Annie primero, y Pieck no intervino para intentar hacer cambiar de parecer a su capitán Zeke. 

El hombre rubio con barba se acercó a ella en su forma humanoide unos minutos después, mientras caminaba, colocaba sus anteojos con delicadeza de nuevo sobre sus ojos.

—Lo siento por eso—se disculpó, aunque no sonaba sincero, y tanto ella como él lo sabían—. No podrás ser la heroína de tu novia y de su familia por ahora.

—No, no lo seré—contestó con pesar—. Pero nuestra misión es obtener al fundador. Conocíamos las prioridades, ella lo entenderá cuando se lo explique, siempre lo hace.

—Tú y yo lo sabemos, Pieck, dejemos de engañarnos—el hombre le dirigió una mirada—. Es prácticamente imposible que Annie siga con vida. Reiner y Bertholdt están tan aferrados a eso, y tuve que hacerlo por la fuerza.

Pieck era inteligente, lo sabía. No había manera de que Annie siguiera con vida, si ellos poseen la coordenada, es probable que ahora el hembra también sea suyo, no iban arriesgarse en un inicio, debían dejar en claro sus prioridades.

—Lo sé, pero ella no. No quería arruinar sus esperanzas de volver a verla, ni tú, ni yo conocemos la sensación de tener hermanos, Zeke, no podríamos imaginar como se sienten ella o incluso como Porco se sintió al escuchar la noticia de Marcel. 

Zeke estuvo de acuerdo con ella, era algo que no entendería.

Aún. 

—No te preocupes, le diré que yo los obligué a todos a obedecerme sobre lo de rescatar a Annie como prioridad, y así me odiará solo a mí. 

—Está bien, puedo lidiar con ello—Pieck sonrió—. Mejor repasemos el plan una vez más, si lo que Reiner y Bertholdt dicen, no tardarán demasiado en llegar. 

Zeke le sonrió un poco y asintió. Pieck era admirable. 

—No esperaba menos de ti, Piecky, ¿qué haría yo sin tu compañía?. 

—Pero iremos por ella si las cosas salen bien, ¿escuchaste, Zeke?. No pienso irme sin al menos intentarlo, se lo prometí. 

—Lo sé. 

Los eldianos dentro de las murallas no tardarían en llegar a ellos, aunque no específicamente. Ellos vendrían a recuperar su territorio, el territorio destruido por sus compañeros cinco años atrás. 

¿Qué pensaran ellos?, ¿será posible que recuperen la fe, está bien para ellos seguir viviendo en este mundo?, ¿será posible hacerlos creer que ellos mismos pueden controlar su destino?. 

Pronto la noche llegó, Pieck, Zeke, Reiner y Bertholdt descansaron un poco. Al amanecer, Pieck optó por dar un recorrido y verificar que todo estuviera en orden, aún debían estar alerta.

No le tomó tanto tiempo divisar a lo lejos a un puñado de caballos corriendo a toda velocidad sobre la entrada de la muralla en la que ellos se alojaban, así que tan pronto como pudo, corrió alertar a sus compañeros para que se prepararan. La misión comenzaba de nuevo y esta vez no debían fallar, si no podía llevar consigo a Annie, al menos traería al fundador. 

𝑳𝒂𝒛𝒐𝒔 𝑰𝒏𝒒𝒖𝒆𝒃𝒓𝒂𝒏𝒕𝒂𝒃𝒍𝒆𝒔 (𝑷𝒊𝒆𝒄𝒌 𝑭𝒊𝒏𝒈𝒆𝒓) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora