III

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Me quedo totalmente muerta a esa respuesta.

¿Ven lo que les decía? Lo ha vuelto a hacer. Es como si me conociera de toda la vida. Sabe todo lo que pienso, es más, la muy perra incluso adivina las palabras exactas que estoy pensando. No me canso de repetirlo: esto será un gran problema en nuestra relación aunque parezca lo contrario.

Me le he quedado mirando fijamente nada más ella ha soltado esas últimas palabras por su boca, y yo no sé qué decirle porque me ha arrebatado cualquier intento de réplica. Estoy sin habla, media estupefacta y pensando si la niña tenía telepatía o qué diablos ocurre. Sólo puedo mirarla a los ojos. Ella mantiene la vista en los míos y creo que por un momento ambas tenemos sensación de que no hay absolutamente nadie más con nosotras. Para mí fue un tanto extraño el momento vivido, pero me consta que para ella también, pues tiempo más tarde Beatriz me lo confesaría entre sábanas, después de una larga noche de pasión. Ella tuvo la misma sensación que yo. Por suerte, en ese presente de total mutismo que me invade, Claudia vuelve a interrumpirnos.

—Beatriz, ¿hecha o no hecha? —Insiste —El tofu. —Remarca, puesto que la morena no puede dejar de mirarme tampoco.

—Hecha, Claudia, hecha. Pero voy yo con Jorge, que es capaz de achicharrarla. ¿Te importa, Marcela?

—No, claro que no. Ve sin problema. —Le digo mientras observo como se incorpora y saca las piernas de la piscina.

El resto del día pasa sin pena ni gloria. Interactúo con casi todo el mundo excepto con Patricia, que no sé qué demonios le pasa conmigo. Poco a poco voy relajándome e incluso me lo paso un poquito bien. Por favor no tengan la impresión de que soy una persona antisocial. Tampoco es eso, pero en mi trabajo me paso el día, la noche o tarde sonriendo de oreja a oreja a pasajeros y viajeros. Me paso toda la jornada con una sonrisa tatuada en mi rostro, me paso el día estando al tanto por ellos siendo amable, cariñosa, atenta, paciente; y la verdad cuando tengo un poco de tiempo libre quiero estar o con mi marido o con mis auténticos amigos como Paula y Alessandra, siendo yo misma y sin sentirme forzada a nada, sin sentirme forzada de cierta manera a "actuar". Pero es lo que hay, me han invitado a una barbacoa y ya que estoy ahí, procuro integrarme lo mejor posible y ser agradecida.

Durante la comida, que por cierto es bastante amena y distendida, cruzo alguna que otra mirada con Beatriz. O más bien, para ser sincera y fiel a la verdad, ella me atrapa mirándola. No sé porqué lo hago; no sé porqué la observo intermitentemente cada poco rato, pero toda ella me llama la atención. Me llama la atención cómo habla con los demás, sus gestos hacia Beatriz, cómo sonríe en general; me magnetiza y no sé porqué, pero la miro sin cesar.

Les adelanto; aunque supongo que ya lo han notado. A mí jamás, jamás me habían atraído las mujeres. Hasta ese momento no había tenido ninguna clase de experiencia sexual o afectiva con una persona de mi mismo sexo y ni siquiera tenía la más mínima curiosidad al respecto.

Creía que era totalmente heterosexual. Lo tenía clarísimo. Antes de Michel obviamente tuve alguna que otra pareja, pero siempre fueron hombres. Hoy en día sigo sin querer etiquetas, no soy lesbiana, no soy bisexual ni heterosexual. En todo caso me definiría como "Bettysexual". Pero eso fue más adelante porque en esa fiesta, en esa barbacoa, por nada del mundo me planteaba la más mínima posibilidad de que Beatriz me gustara, y de hecho tampoco lo hacía. Simplemente era eso: que ella me llamaba la atención sobre todos los demás, excepto Claudia. Esta última también, pero por otras circunstancias.

Ya hace un buen rato que hemos comido. Y después de eso, nos hemos estado bañando todos juntos en la piscina. Vaya repasadas que me han dado algunas de mis nuevas "amigas", y algún que otro amigo también, porque lo he notado. En fin. Lo cierto es que se acerca la tarde y el sol está comenzando a esconderse un poco. Beatriz y yo nos hemos quedado con una conversación a medias y sé que aunque ella me medio adivina el pensamiento o lee mis ojos, se ha quedado se ha quedado con las ganas de saber qué opino o qué tenía que decir sobre el amor verdadero y eterno. Creo sinceramente que se muere por saberlo. Pero ese día ya no tenemos oportunidad entre unas cosas y otras de entablar de nuevo la conversación. Ni esa, ni casi ninguna otra, pues hemos estado acompañadas y rodeadas todo el día de gente y por nuestros respectivos maridos, así que el tema ha quedado zanjado o en suspenso.

En Mi Siguiente Vida (Marcetty)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora