Noto en suspensión el avión bajo mis pies, como cuando vas en uno de esos ascensores de hospitales o de grandes centros comerciales.
Me mareo o tengo vértigo, no lo sé.
Hacía bastantes años que no me mareaba trabajando a bordo de un avión. Es curioso porque no hay demasiadas turbulencias, no hace viento ni mal tiempo y además Oliver pilota bien, es uno de los mejores de la compañía.
El caso es que me mareo y tengo que sentarme en la entrada del avión, cerca de la cabina de pilotos al lado de la puerta de embarque, en la zona de los empleados. Oliver ha asomado la cabeza desde la cabina para interesarse por mi estado, mientras el avión vuela en piloto automático.
—Marcela, ¿estás bien? —Me pregunta agachándose hacia mí.
Estoy acompañada por mi compañera que me pasa por un momento un paño húmedo por el rostro. Por lo visto estoy un tanto pálida.
—Regular, comandante. Regular me encuentro. —Me confieso, haciéndole un gesto con mi mano abierta de que no estoy del todo bien.
—Dice que no se alimenta como Dios manda desde hace días, comandante. —Le informa mi compañera.
—Pues que coma —le ordena él —. Dale fruta o un yogurt, lo que sea, pero que coma algo.
—¡No! Por favor, ¡comida no! —Respondo enseguida. No sé qué me pasa exactamente, pero siento rechazo por la comida —Si como algo les juro que lo vomito. Ya se me pasará. Pero no quiero tomar nada. —Les suplico a ambos con mi mirada.
Él me conoce, estuvimos tiempo juntos y sabe perfectamente que si digo que vomito es que vomito como una mala cosa. Su baño puede dar buena cuenta de ello, seguro que aún recuerda cierto fin de año.
—De acuerdo. Oye, quédate un rato aquí sentada, ¿ok? Que se encarguen de todo Hayley y Ángela, ¿eh? Es una orden, Marcela. Es una orden de un superior. —Me recuerda, guiñándome un ojo.
Yo asiento con media sonrisa. Me encuentro mal, sí, pero si no fuera por ese detalle les diría que ha sido uno de los mejores vuelos que he tenido últimamente. Oliver no me "obligó" a ir a la puerta de embarque, se ha estado portando muy bien conmigo. Creo que en el fondo está contento de que no nos llevemos mal, está contento de nuestro reencuentro. Creo que ha aceptado gratamente mis disculpas.
Si yo lo hubiera sabido me habría disculpado hace años.
Hemos aterrizado y yo ya estoy mejor. Al final me tomé una lata de Coca Cola y me ha ayudado a recomponerme un poco, estoy bastante más activa.
Tan solo dispongo de tres horas para el nuevo despegue, así que tengo que darme prisa. Ni siquiera pienso cambiarme de ropa, no voy a perder un solo minuto.
—Oliver..., digo, comandante —rectifico al llamarlo porque no quiero tutearle delante de las demás compañeras —. Necesito salir unas horas, ya sabe, por lo que le expliqué en Miami. —Le digo.
—Sin problema, Marcela. Tienes tres horas, así que tranquila, ¿de acuerdo? Le esperaremos diez minutos si hace falta.
—Gracias, muchas gracias, Oliver. —Le susurro, y cuando me giro para bajar por las escaleras, oigo que se dirige a mí.
—¡Que tengas suerte, Marcela! ¡Que tengas mucha suerte! —Me desea sinceramente.
Yo le sonrío con complicidad y finalmente bajo las escalerillas a toda velocidad.
Tomo un taxi. El taxista me ha mirado con los ojos abiertos de par en par porque voy con mi traje azul de azafata.
¿Qué le pasa? ¿No ha visto nunca a una azafata? Siempre he pensado que los taxistas de Nueva York han tenido que ver de todo. Este seguro que es de pueblo y es un recién llegado de Alaska, por lo menos.
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En Mi Siguiente Vida (Marcetty)
Fanfiction❝-¿Por qué pones esa cara? ¿No me crees? ¿No crees que hay un amor para cada persona? ¿Tu alma gemela? ¿Tu media naranja? Esas cosas, ya sabes...❞ La vida es impredecible. Los acontecimientos son a veces desconcertantes, pone las pruebas más duras p...