XXXI

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Varios minutos han pasado desde esa petición y ahora nos encontramos en mi habitación. No me lo explico, no sé cómo ha ocurrido, pero Beatriz aceptó y me ha dicho que sí.

Fue rápido y veloz, pero un contundente "sí" salió de sus labios al momento. La verdad es que pienso que le traicionó el subconsciente y le ganó su corazón, y yo espero su deseo también porque lo cierto es que no me esperaba que Beatriz durmiera conmigo lo que quedaba de esa extraña noche.

La cama donde llevo durmiendo estos días no es muy grande, ciertamente; no es una cama de soltero, pero tampoco es de matrimonio. Quizás es de un metro veinte de ancho aproximadamente.

—¿En qué... en qué lado quieres dormir, Betty? —Le pregunto estando aun de pie frente a la cama.

Yo llevo puesto un camisón negro con el estampado de Bob Marley. Este me recuerda a mi adolescencia de chica hippie y rebelde. Era totalmente una rasta "Wanna be".

Ella me mira confundida, entrecierra sus ojos para hablarme y yo me temo lo peor en ese instante.

"Mierda, ¿y si toma conciencia y se echa para atrás? Me ha costado llegar hasta este punto por más sencillo que parezca"

Mi cerebro no dejaba de estar al borde.

—En el derecho, como siempre, ¿no? —me recrimina algo seca.

¿Le ha dolido pensar que no lo sabía? ¿Cree que lo he olvidado? ¿De verdad piensa que he olvidado en qué lugar de la cama prefiere dormir?

Ofende.

Yo sonrío con nerviosismo. En realidad se lo había preguntado por decir algo, porque las dos estamos muy calladas y quería romper un poco el silencio.

—Claro —le afirmo mientras me meto en la cama por el lado izquierdo.

Ya las dos metidas debajo de las cobijas, la atmósfera comienza a ser algo extraña. Ambas estamos mirando hacia arriba, tapadas con aquella gruesa cobija que la dejamos hasta la barbilla. La cama es estrecha, con lo cual tengo a Beatriz bien pegada a mi lado aunque ella procura no tocarme ni rozarme.

Noto que se esmera en no hacerlo, pero a mí me da igual, está a mi lado. La chica por la que he comenzado a vivir de verdad está acostada a mi lado y eso para mí ya es suficiente, es todo un récord. Es un logro porque ella es de las que no le dan la oportunidad a cualquiera, e las que lo hacen porque lo sienten y eso me hace sentir más allá de la atmósfera, casi no puedo controlar mi respirar.

—Buenas noches, Marce. —Me suelta de repente, a la vez que con su mano apaga la luz de la mesilla bruscamente. Creo que se le ha salido decirme así y eso me causa una gran sonrisa tonta.

—Buenas noches, Betty —le deseo yo a oscuras totalmente. No me ha dado tiempo ni a echarle una última mirada.

¿Podrías dormir tranquilamente a lado de la persona que te hace sentir miles sensaciones? ¿Así tan fácil y normal?

Si en un día normal necesitaba callar mis pensamientos que me dejaban dormir hasta altas horas de la madrugada, imaginen cómo estuve esa noche.

No quiero sonar enferma, psicótica o algo intensa, pero esa noche hasta su respirar me detuve a apreciar.

Abro los ojos por la mañana y me doy cuenta que estoy sola en esa cama.

Un pie en el piso y voy a toda prisa hacia el baño para decir "Oaxaca" otra vez. Sí, cada que vomito en la taza del baño, parece que digo "Oaxaca" y esa palabra se ha vuelto mi jodida rutina de embarazada.

Después de una genial ducha matutina que me hace despertar por completo, bajo las escaleras y me dirijo a la cocina.

—Buenos días, doña Julia, buenos días, don Hermes. —Los saludo nada más los veo. Los he pillado dándose un cariñoso beso y abrazo.

En Mi Siguiente Vida (Marcetty)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora