XXXV

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Volvimos de regreso siendo mujer y mujer. ¡Me casé con Beatriz! ¡Me casé! Estaba pletórica, contenta y feliz como nunca me había sentido. Estaba tan contenta que sentía que flotaba. Creo que hubiera llegado a Nueva York sin ir a bordo de un avión porque sencillamente ¡volaba!

Y de esa manera pasaron los siguientes meses. Pasaron felices y volando... Bueno, también teníamos nuestras tontas discusiones y yo andaba más caliente de lo normal, pero mi estómago, que ahora realmente era un balón, no me debaja hacer diversas tareas que eran de mi gusto.

La perspectiva de ser mamá, seguro que llena de alegría, pero estar embarazada no siempre es fácil. Quizás las naúseas me tienen amargada o se me hinchen los pies. Pero también el embarazo puede ser divertido.

Ver la cara que pone mi Beatriz cuando me pilla en las madrugadas asaltando el refrigerador. Ella termina igualmente preparándome cosas tan extravagantes o, bueno, obligándola a que me acompañe a ir a un mini super por una simple sopa instantánea.

También estos meses hemos ido al mall a comprar ropita de bebé y ropa para mí. No les mentiré, hemos gastado una fortuna en accesorios y un montón de juguetitos. Lo mío va de unos sosténes gigantescos que cuando me dejo ver el escote, a Beatriz se le van los ojos y comienza con esa peculiar manía de morderse el labio inferior.

Tan solo al llegar a la casa terminamos haciendo tontas excusas darnos largos baños perfumados, darnos un masaje especial para embarazadas que según ella vio por internet, o sencillamente me pone cremas hidratantes en la pancita. Nos hemos inscrito en clases de ejercicios para embarazadas. Aprendemos a respirar, a estirarnos y hacer varias actividades en parejas para hacer más fácil el momento del parto. Lo más raro es cuando Beatriz se le olvida que es por pareja y de pronto la veo concentrándose para pujar o haciendo seriamente ejercicios de embarazada. Y es como "Cariño, la que tiene una sandía en el abdomen soy yo". Pero la dejo ser.

Mi doctora me ha recomendado subir un poco más de peso, pero a mí me aterra un poco no regresar a mi peso ideal. Claro, eso se me olvida cuando Beatriz me hace de comer.

No me siento culpable de dormir hasta tarde los fines de semana, es mi primer bebé. Al fin y al cabo me lo merezco. Luego no podremos hacerlo por muchos años.

He hecho nuevas amistades, porque las mujeres embarazadas siempre tienen algo que compartir. Una de esas parejas se llaman Alicia y... bueno, la otra es una rubia. También está una pareja extraña la cual la mujer casi todo el tiempo hace un ruido raro. Y la verdad me estresa un poco hasta cierto punto.

—¡Okurrrr!

— ¡Beatriz, por el amor de Dios, deja de imitar a esa mujer! —Volteé hacia ella. Ambas estábamos en el sofá viendo Flash, aunque ella estaba en el sillón individual, ya que yo estaba acostada como toda una reina en el más grande,

Ella volteó y me miro. —EEooooWW...

—¡Beatriz! —Tomé uno de los cojines y se lo aventé directo a la cara. A continuación, mi mujer comenzó a reírse como foca retrasada.

—Beatriz, no me hagas pararme en vano... —Mis ojos eras un sniper apuntando hacia ella. Odiaba esos malditos sonidos.

Ella simplemente se levantó, se agachó detrás del sofá y lentamente asomó una parte de su cabeza mientras me miraba.

—O...

Suficiente. Rápidamente le aventé un cojín más grande, lo que literalmente hizo que la empujase hacia atrás. Fue como si recibiera un guantazo de un boxeador profesional. Por un momento sí me asusté e incluso me levanté para asomarme, pero ahí estaba ella, sobándose la cabeza y fingiendo llorar de una forma tan dramática, lo que me hizo reír.

En Mi Siguiente Vida (Marcetty)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora