XXXVI (FINAL)

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Soy consciente que en un momento dado dije que haría feliz a Beatriz "durante meses". Y lo he cumplido, quizás un poco más. La he hecho muy feliz, lo puedo sentir. La celebración de su cumpleaños, el de mi bebé, el mío. La fecha de navidad, el san San Valentín. Sus padres. Las idas a la playa para que Angélica la conociese en vacaciones. Ella de pronto ya había cumplido un año, más unos meses. Casi lo mismo que Beatriz y yo de casadas.

Mi Beatriz... Solo, cierro los ojos y pienso en todos aquellos momentos que pasé con ella. Siento cómo mis lagrimas se me acomulan y mi garganta se cierra.

Oh, lo siento. Pero es que... Lo que hoy me está ocurriendo se escapa completamente de mis manos. No puedo controlarlo, no puedo hacer absolutamente nada y siento una impotencia que no puedo con mi alma.

Pero antes quiero ir un poco hacia atrás. El caso es que en tres meses regresé a volar, me reincorporé al trabajo. Comencé tal como dije que lo haría. De eso ya bastante. La niña es un poco más grande. Beatriz se las arregla muy bien con ella, le gusta estar con Angie, está disfrutando muchísimo de la maternidad que yo le he brindado.

Yo quise reincorporarme al trabajo porque lo necesitaba, me gusta trabajar, me gusta volar. Siempre me ha gustado y creo que todos a mi alrededor lo saben de sobra. Es un trabajo que está hecho perfectamente para mí, aunque las circunstancias me han cambiado un poco, claro.

Ahora tengo familia, soy madre, estoy casada así que no me lo pensé dos veces y hablé con mi jefe antes de empezar.

No quería rutas de más de dos días, ¿ok? No quería vivir lo que viví cuando estaba casada con Michel. ¡Nada de estar por ahí fuera una semana! ¡Nada de nada! ¡Eso se terminó para siempre! No quería rutas interminables de estar cruzando el país de un lado a otro ni quiero estar mucho fuera de casa. Amo a Beatriz y a Angie y las necesito continuamente para sentirme bien. Punto.

Le dije bien claro al jefe que por favor me pusieran siempre en rutas "New Yorkinas" y diarias a ser posible. Es decir, de esas de "ir y volver el mismo día". Es verdad que me pagarían menos dinero, lo sé, pero me compensa dormir cada noche junto a Beatriz. Eso no tiene precio. El llegar a casa, ver a Beatriz y besar sus labios sabor a fresa y tenerla entre mis brazos es sin ningún tipo de dudas lo mejor del día.

¿Y mi niña? ¿Qué puedo decir de mi niña? Está preciosa, está más bonita que nunca. Sigue con su boquita perfecta, tiene el cabello oscuro como lo tengo yo. Tiene claramente sus ojitos verdes, imponentes. Creo que ella heredó mi mirada.

Pero todo se me termina... Todo lo que ahora tengo, lo que poseo, lo que tanto amo. Mis dos chicas, mis mejores amigas. Paula y Alessandra. Doña Julia, don Hermes. Mis amigos Hugo y Rolando. Todo, absolutamente todo lo que aprecio en esta vida el destino se me escapa cruelmente en cuestión de suspiros.

Por primera y última vez les voy hablar desde la actualidad, desde mi ahora presente. Pero antes de eso creo que tengo que hacer unas preguntas, quizá tontas, pero necesarias.

¿En qué año creen que estamos? No lo he dicho, ¿verdad? ¿O sí? He ido dando detalles de canciones que me gustaban, detalles de unas cuantas fechas orientativas, al menos el mes.

Pues les voy a confesar que conocí a Beatriz un jueves 25 de marzo de 1999 y mi hija nació en un lunes 13 de marzo del 2000, hace un año. Así que siento en el alma confirmar que no estamos ni en el 2010 ni en el 201l ni muchos menos en el 2019.

Nunca voy a poder imaginar qué va a suceder después de esto.

No son ni las nueve de la manaña, pero me llamo Marcela Valencia y acabo de darme cuenta que quizá no llegaré ni a los treinta años.

En Mi Siguiente Vida (Marcetty)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora