XXXIV

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Habían pasado algunos meses después de aquel día en que hablé con la verdad en el departamento de Michel. Él había estado más presente que nunca cuando se trataba sobre mi embarazo. Me acompañana algunas veces a mis citas con mi obstetra, quien se especializaba en el tema.

Imagínense cómo fue la primera vez que me acompañaron Beatriz y él. Fue toda una locura. En un principio, Beatriz se mostraba algo territorial conmigo, siempre tomándome de la mano de ahí para allá, dejando en claro que ella también era parte de esta rara familia. Por su parte, también Michel lo hacía, no me tomaba de la mano, pero sí hacia comentarios como "Mi bebé", solo para sacar de sus casillas a mi chica. Lo sé porque me lo dijo. Le parecía divertido de alguna forma.

A estas alturas él ya estaba algo enganchado con Patricia que, después de todo, no era tan hija de puta. Simplemente que cuando se topo conmigo, yo sí lo era.

Michel la miraba como cuando me conoció a mí. Y no me molesta, de hecho me hace feliz pensar que él se está dando una nueva oportunidad después de todo lo que yo hice.

Y, bueno, qué les puedo decir. Sí, es es niña. Beatriz, Michel y yo tendremos una preciosa niña.

Ver aquella ecografía me hizo sentir tan afortunada, tan llena de amor. Obviamente lloré como Magdalena cuando vi a mi hermosa niña dentro de mí, también haciendo segunda y tercera Beatriz y Michel.

Tiré de la cortina de mi nueva habitación para ver el sol de Nueva York. Estaba en lo más alto, haciendo su presencia y pidiéndole el paso a su Señora Luna, quien junto a su oscuridad iban abandonando el cielo color morado.

Giré y miré hacia la cama. La vi acostada entre las sábanas blancas, con el cabello esparcido en su almohada y aquella silueta de su trasero bien marcada.

—I'Il be your dream, I'll be your wish, I'll be your
fantasy. I'll be your hope,
i'll be your love, be everything that you need.

Comencé a cantarle despacito y bajito mientras me acercaba lentamente hacia ella, sentándome a un costado, detrás suyo. Entonces mi mano se arrastró hacia su hombro desnudo y mis dedos recorrieron suave y lentamente su piel que me llevaba a su cuello.

Sentí cómo se removió un poco, y desde mi posición la miré abrir sus ojos lentamente. Me acerqué un poco más a su oreja y seguí cantándole en susurros.

Ella me dio el regalo más grande en ese día: su sonrisa.

Volteó lentamente hacia mí, mirándome con esos ojos con sueño, pero preciosos con esos pequeños destellos.

Entonces, imitando mi tono y volumen de voz, ella me acompañó.

—And when the stars are shining brightly in the velvet sky,
I'Il make a wish send it to heaven then make you want to cry

Ella levantó un poco la mano en dirección a mi rostro y sus dedos acariciaron mis facciones hasta hacerme callar.

—The tears of joy for all the pleasure and the certainty.
That we're surrounded by the comfort and protection of
The highest power, in lonely hours, the tears devour you...

—Buenos días, amor de mi vida. —Le saludé por encima de su dedo después de que ella terminara la estrofa.

—Sabes que amo esa canción.

—Creo que mis clases de canto han sido efectivas. —Me sonríe nuevamente, pero ahora más radiante. Otro pedacito más de cielo que siento he ganado.

—Vuelve a la cama, anda. —Me solicita, acomodándose nuevamente y dándome espacio para dos.

No me lo pienso dos veces y vuelvo con ella a la cama. Ella se acomoda por encima de mi hombro, posando una de sus manos en mi ahora gran barriga. Yo le comienzo a soplar suavemente el cabello y le hago cariños a este. Ella crea figuras con sus dedos en mi área abdominal, el cuál es una hoja en blanco para que ella plasme a su imaginación.

En Mi Siguiente Vida (Marcetty)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora