—¿Dónde está ella, Armando? ¿Dónde diablos está mi Beatriz? —Le cuestioné casi desesperada.
—¿Tu Beatriz, Marcela? ¿Tu Beatriz, dices? —Interrumpe sorprendido mi marido sin dejar que Armando me conteste.
Justo en ese punto, justo en ese instante es donde me doy cuenta que ni he aprobado ni desmentido mi relación con Beatriz. No le he pedido perdón, no me he disculpado, no he hablado una sola palabra con Michel directamente.
Lo miro a los ojos. Lo veo aún medio catatónico, no sabe qué pensar. Él ya está herido, pero no es consciente aún de ello, no termina de sangrar y sé que tengo que rematarlo. Sé que tengo que terminar con todo este teatro.
Es un punto sin retorno y lo tengo claro, no hay vuelta atrás.
—L-Lo siento, Michel, lo siento mucho, cielo. —Le dije a medias, y solo con eso le di de entender tantas cosas que creo que tardó días en asimilarlas.
—¡Lo llevas claro si crees que te voy a decir dónde está ella! ¡Zorra de mierda! —Salta Armando furiosamente.
Veo cómo se me acerca y cómo me empuja el hombro con algo de violencia. Lo cierto es que siento miedo, estoy aterrada porque delante de mí tengo a un tipo que me odia, un hombre que me saca una cabeza y media. A un hombre al cual le he arrebatado a su mujer y de alguna manera siento miedo a que me pegue, a que me lastime.
Siento que va hacerlo, pero inesperadamente Michel reacciona y se interpone entre nosotros dos.
—¡No la toques, Mendoza! ¡Te juro que si tocas a mi mujer te parto la cara! —Le amenaza contundente.
No me lo esperaba. No después de humillarlo. Él me defiende y en silencio me quedo callada mirando la increíble escena.
—¿Tu mujer, Michel? ¿Es que no te ha quedado claro? ¡Nos han jodido vivos! ¡Se han reído de nosotros a nuestras espaldas! ¡Han estado juntas durante semanas!
Pero Michel no lo oye.
—Escucha, Armando —se le acerca al moreno cara a cara, casi escupiendo su rabia —, donde le toques un pelo a Marcela te parto las piernas. ¡Así que sal de aquí! ¡Sal por tu propio pie de mi casa y no me obligues a que yo lo haga!
Se percibe en el ambiente una tensión fuera de lo normal. Mucha agresividad, y por un momento me invade el temor de que se agarren a golpes en mitad del comedor. Armando toma aire, quita las manos de mi marido que están posadas en el cuello de su camisa. Respira. Supongo que analiza la situación e intenta calmarse.
—No vale la pena, Michel. No merece que la defiendas. No seas idiota, no pierdas el tiempo con ella. —Le dice en referencia a mí. Y sin decir nada más, toma la puerta y se va. Tras cerrar la puerta de un gran portazo, se produce un incómodo silencio en nuestra casa.
Michel no me mira, está girado con la vista hacia la puerta. Pasan unos eternos segundos para mí. Sé que tengo que decir algo, sé que tengo que agradecerle que me haya defendido.
Creo que Armando estaba tan fuera de sí que de verdad me hubiera golpeado.
—Gra-gracias, Michel. —Balbuceo con cuidado.
Él se gira y me mira, pero no es mi Michel de siempre. Lo noto transformado.
—¡Guárdate las gracias, Marcela! ¡Métetelas por donde te quepan! —Me recrimina asqueado.
—¡Michel, por favor, lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! —Me disculpo porque sé que está herido, porqué sé que lo he jodido.
Tengo la voz rota, estoy pasando el peor momento de mi vida, se los juro.
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En Mi Siguiente Vida (Marcetty)
Fanfiction❝-¿Por qué pones esa cara? ¿No me crees? ¿No crees que hay un amor para cada persona? ¿Tu alma gemela? ¿Tu media naranja? Esas cosas, ya sabes...❞ La vida es impredecible. Los acontecimientos son a veces desconcertantes, pone las pruebas más duras p...