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El viento corría removiendo sus cabellos, hacía demasiado frío y la piel erizada bajo el uniforme era la demostración clara de ello, también que cada vez que suspiraba o hablaba su aliento salía como humo de su boca.

—Y encontramos en el mercado un pescado del tamaño de Historia, fue muy gracioso. —Terminó de contar Connie posicionado a un metro de distancia de Jean, balanceando su cuerpo de adelante hacía atrás. —Tuviste que haber venido con nosotros, nos divertimos bastante. —

—Uh hum, no lo dudo. — Asintió sin mirar al contrario, solo con la vista clavada en un punto fijo de la carretera desierta.

Ya llevaban cinco horas de turno y aún faltaban muchas más, sus piernas comenzaban a molestarle por llevar tanto tiempo de pie en la misma posición y se encontraba un poco desconectado de la conversación que estaba manteniendo únicamente Connie contándole sobre las cosas que hizo en su paseo el día anterior. Los focos alumbraban sus cabezas y el cielo lucía despejado, no era del todo importante en esos momentos para él, no quería desviar la mirada del frente, no quería hablar y mucho menos arruinar la alegría que emanaba del más bajo.

—Si aún estás enojado puedes decírmelo, creí que con la bebida que te compré se te pasaría. — Murmuró el chico bajando la mirada a sus botas del uniforme.

Jean soltó un suspiró, negando un par de veces para disipar su cansancio mental y para darle a entender a su amigo que no era ese el motivo de su des-conexión del presente.

—Ya te dije que no estaba enojado, ya pasó. — Estiró su brazo hacía un costado para propinarle un amistoso empujón a su amigo. —Solo estoy agotado de esto y el frío no ayuda. —

No era el verdadero motivo dentro de todo, su tranquilidad había sufrido un desequilibrio al encontrar aquella libreta de dibujos el día anterior, por una parte, no entendía por qué aún no se deshacía de ella, pero no por otra tenía claro que era porque botarla significaba no volver a ver el rostro de las personas que ya no se encontraban con él.

La vida era tan complicada a veces, tan poco sencilla de descifrar, tan cruel en ciertas ocasiones. Por lo mismo se mantenía al margen de entablar lazos afectivos fuertes con los demás soldados o con las personas que se cruzaba. Solo con Connie, porque lo había conocido antes de haber presenciado la primera perdida. Y no eran solo perdidas como la de Mikasa, quien había desertado del ejercito por otros planes en su vida, sino que eran perdidas que involucraban la muerte, el presenciar como sus amigos se desangraban ante sus ojos, como el temor lo invadía antes de cada guerra puesto que no sabía si volvería a ver a los que lo acompañaban día a día, con quienes desayunaba y con las ultimas personas con las que hablaba antes de irse a dormir. De cierto modo, el escuadrón se volvió una especie de familia.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora