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El peso de su cuerpo recaía sobre sus talones, se encontraba sentada sobre estos con la cabeza baja y sus manos juntas se apoyaban sobre sus muslos, los hombros tensos y los ojos cerrados para concentrarse solo en una cosa, porque así le habían enseñado a rezar cuando era pequeña.

—En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.— Musitó antes de suspirar, levantando la mirada para observar la lápida que se encontraba delante de ella.

No era religiosa, para nada, por momento llegaba a detestar la idea de un posible ser superior, ¿Cómo no iba a despreciarlo? Si de un plumazo le arrebató todo lo que tenía y cargó sobre sus hombros el peso más grande; Cuidarse a si misma, aguantarlo todo, como si viviera con la cabeza bajo el agua obligada a retener todo el aire en sus pulmones, sintiendo que se ahogaba cada día, cada minuto de su vida. Y sí, sabía ese refrán de "Dios le da las peores batallas a sus mejores guerreros." Se lo dijeron muchas veces, pero no le terminaba de dar sentido.

Era una niña cuando todo ocurrió, no necesitaba volverse fuerte ni ser la mejor guerrera.
Necesitaba estar a salvo, necesitaba una familia, a alguien que la abrazara y la hiciera sentir segura. Necesitaba a sus papás, no criarse sola con apenas siete años.

Por lo mismo para ella Dios era solo una creación de la humanidad, porque las personas necesitaban depositar toda su fe y esperanza en algo para no sentirse perdidos, para tener a quien lamentarse y a quien culpar. Todo ser humano necesitaba creer en algo, pero ella prefería antes creer en si misma que en un Dios poco empático.

Si rezaba era porque sus padres habían sido muy religiosos, al menos eso era lo que le comentaban las demás personas, así que por ello se arrodillaba, juntaba sus manos y le pedía a aquel ser superior que, si es que el cielo existía, mantuviera en el a sus padres. Solo eso, nunca nada que la involucrara a ella.

—La panadería va bien, como siempre. Nos han encargado una cena y Niccolo está súper contento con ello, además creo que por fin empezará a salir formalmente con Sasha. Todo va marchando de maravilla.— Se impulsó para colocarse de pie, acomodando el bolso que traía en su hombro, acercó una de sus manos hasta la lápida con su rostro neutro, en ese lugar se permitía estar triste, se permitía no tener que fingir que se encontraba contenta todo el tiempo, solo en ese rincón del mundo podía relajarse. El frío mármol que se había acostumbrado a tocar no se podía comparar con las manos cálidas de su padre, pero era todo lo que tenía.

—Además estoy intentando hacerme amiga de los soldados, he salido con uno de ellos, no es del todo agradable, es bastante engreído y malhumorado, pero tiene momentos en los cuales es tierno y atento... Me hace sentir muy cómoda, como si cada vez que me encuentro con él sé que todo estará bien, aunque es un poco cerrado conmigo siento que yo también le agrado.— Susurró dibujando una suave sonrisa en su rostro, pero de inmediato se borró.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora