『 Veintiocho. 』

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El frío le erizaba la piel, provocando que leves escalofríos se apoderaran de su cuerpo, así que comenzó a dar pequeños brincos para entrar en calor, y para disminuir los niveles de emoción que tenía.

Había pasado una semana desde que Connie despertó del coma, y el estar en una montaña rusa de emociones hacía que los días fueran realmente agotadores. Sin embargo, todo estaba marchando bien. Con el acceso limitado de visitas, Sasha y Jean se turnaban para hacerle compañía al chico, mientras que ella solo podía enviarle saludos, rollitos de canela, y preparar una que otra cosa para cuando le dieran el alta.

La compuerta del hospital se abrió, y saliendo de este Jean sosteniendo unos papeles. Al verlo no tardó en correr hacía él y lanzarse a sus brazos, siendo atrapada con algo de torpeza entre risitas.

—¿Qué haces aquí? Pensé que nos juntaríamos en tu casa.— Dejó un beso en la frente de la chica antes de separarse sonriente.

—Sí, lo sé, pero pensé, ¿No será mejor si lo voy a buscar? Entonces decidí que sí, que era la mejor idea, y por eso estoy aquí, te aseguro que no es por nada más.— Escupió las palabras volviendo a dar saltos cortos. —¿Cómo te fue? ¿Qué traes ahí? ¿Está todo bien? ¿Le entregaste los bollitos de chocolate o te los comiste tú?—

Volvió a reír al escucharla tan acelerada, podría confirmar que se había bebido dos litros de café y eso la tenía tan histriónica, pero era lindo que estuviera ahí mostrándose tan contenta. Entrelazó sus manos y empezó a caminar junto a ella en dirección a la panadería.

—Me fue muy bien, Connie está caminando, poco, pero al menos ya se puede poner de pie. Tiene mucha fuerza de voluntad, será un proceso largo para que se reincorpore al ejército, ya que la herida lo debilitó.— Hizo una mueca pero no tardó en retomar su sonrisa.

—¡Eso es maravilloso! Con algunos ejercicios, buena alimentación y cuidados podrá volver a la normalidad.— Aseguró, dando un leve apretón a sus manos juntas. —¿Y del alta no les han dicho nada?—

—Sí, le dan el alta el Jueves, así que dijo que el viernes debíamos juntarnos todos, te extraña y no deja de tocar los huevos con que quiere hacer karaoke.— Tornó los ojos.

—Entonces le daremos karaoke al niño, y no pongas esa cara, ya quiero escucharte cantar canciones de Chayanne.—

—¿Chayanne? Yo prefiero a Luis Miguel.—

Quedaban tres días para el Viernes, así que podría organizar los pedidos de la panadería y ponerse manos a la obra para ordenar todo y recibirlos en casa. Sonaba bien, todos necesitaban aunque sea un día de relajo.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora