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El otoño comenzaba a notarse, de los arboles solo quedaban sus ramas desnudas, las hojas anaranjadas y cafés adornaban el suelo que antes se encontraba verde, las flores también se habían vuelto escasas y algunas de ellas se desprendían de la raíz quedando sueltas en el suelo, esas eran las que fue recolectando Juliet durante el camino, centrándose en tomar únicamente las que ya no estaban plantadas, no le gustaba arruinar la naturaleza.

—¡Sasha! ¡Juliet!— Gritó Connie dando brincos a su vez, moviendo sus manos en el aire para llamar la atención de las nombradas.

—¿Por qué siempre las recibes igual?— Murmuró Jean a su lado, con las manos en los bolsillos y la mirada en la dirección donde se aproximaban las chicas.

Estaban en el lago que se encontraba junto al campamento, pero en el otro extremo de este para estar lejos de las carpas y de los demás soldados, no sabía muy bien los motivos, pero ese día Connie se había despertado totalmente entusiasmado y le comunicó que el día anterior había salido con Sasha y quedaron de juntarse nuevamente los cuatro en ese paraje.

Para su beneficio el sol brillaba sobre sus cabezas, era extraño ya que los últimos días habían estado algo helados, pero esa mañana el clima estaba a favor de ellos.

—¡Hola!— Chilló Sasha en cuanto estuvieron cerca, se quitó el sombrero y lo dejó caer junto al bolso que traía.

Detrás de ella apareció Juliet, quien también traía un sombrero y en sus manos un delgado racimo de flores lavanda, su cabello estaba ondulado, pero seguía viéndose ordenado cayendo sobre su espalda, y su rostro deslumbraba su peculiar mueca. Habían pasado un par de días desde la última vez que la vio, desde que la escuchó durante una hora leer aquel libro de los cerezos y hablar demasiado apasionada, sin embargo, hoy lucía diferente a otras ocasiones, se veía más contenta, más tranquila, al menos esa fue la primera impresión que dio.

Connie le dio un pequeño golpe en la cabeza a Sasha en forme de saludo y rodeó su cuerpo para lanzarse a los brazos de Juliet, quien lo recibió de inmediato cruzando su cintura con sus delgados brazos.

—Hola Connie.— Exclamó la castaña antes de que se separaran, luego sus ojos se clavaron en los de Jean, quien solo miraba la escena. —Hola a ti también.—

El saludo fue acompañado de una sonrisa, agitando la mano ocupada, mientras que él solo la saludó con un movimiento de cabeza, puesto que cuando iba a hablar Sasha se lanzó sobre él dejando un sonoro beso en su mejilla.

—¿¡Qué haces!?— Frunció la nariz asqueado, se pasó la mano por el lugar para limpiarse el beso de la joven. —Vete a darle besos al rubio ese, que Connie ya me ha contado que saliste con él.—

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora