『 Veinticuatro 』

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Las aves que descansaban en los arboles salieron volando luego del disparo, temerosas de ser ellas las siguientes en recibir una bala.

El casquillo metálico rozó la pierna de Adrián antes de verse incrustado en el césped, pudo sentir el calor de esta, lo cual le quitó los colores del rostro, mientras que sus iris se clavaban en un punto fijo. La expresión que tenía era como si ante él se hubiera presentado el mismo diablo.

Entre sollozos cargados de agonía los ojos de Jean se fueron abriendo lentamente, seguía tembloroso, asustado de que al abrirlos por completo se diera cuenta de que en realidad había muerto, pero no, seguía respirando.

—¿Quién mierda eres y qué te piensas que estás haciendo?— Una tercera voz se hizo presente, al tiempo en que los pasos se volvían cada vez más cercanos.

—Y-Yo...¡Es culpa de él! ¡Él me atacó!— Se excusó alzando sus manos en el aire, las cuales estaban manchadas.

—Más encima te crees que puedes hacerme tonto.— Guardó el arma en su cinturón deteniendo sus pasos a un costado. —Vete a tomar por culo.—

Adrián trató de apartarse, pero le fue imposible esquivar la patada del adversario y este le hundió la punta de sus botines en las costillas haciéndolo perder el aire y que en respuesta se encogiera retorciéndose ante el prospecto del dolor.

Removió su cabeza con el pie colocando la planta de este sobre su nariz, la cual ya se encontraba destrozada, generando presión para lastimarlo aún más, el simple hecho de escucharlo chillar como un cerdo en un matadero, le bastó para esforzarse más en hacerlo sufrir.

—Si no te di fue a propósito, porque créeme que morir hubiera sido lo mejor que te podría haber pasado a comparación con lo que te espera. Ahora te quedarás quieto y colaborarás, ¿Me escuchaste, escoria humana?—

Parecía haberse contagiado del mismo espíritu de rabia que anteriormente había empujado a Jean a moler a golpes a aquel hombre. Quitó su peso del rostro machucado dándole una fulminante mirada, acto seguido se hincó lo suficiente como para quedar a la altura de herido, quien miraba la escena atónito e incrédulo.

Los ojos grisáceos del recién llegado recorrieron su cuerpo. Lucía demasiado vulnerable, no se sentía capaz de formular ni siquiera una palabra, todo le parecía tan irreal.

¿A caso si había muerto y eso no era más que una ilusión? No, Adrián no había conseguido disparar, la bala nunca se introdujo en su cuerpo.

Los dedos pálidos se posaron en su cabeza, acariciaron de manera breve sus cabellos antes de proporcionarle una fuerte bofetada.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora