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Era Lunes. Ya había pasado una semana desde que se despidió de su mejor amiga, una semana desde que hablaron por última vez, porque a pesar de que estuvo colgada al teléfono todos los días ella nunca respondió ni a los mensajes, ni a las llamadas. ¿Estaba enojada? Un poco, pero entendía que su falta de comunicación era sinónimo de que la estaba pasando tan bien que no tomaba el teléfono.

Estiró su mano para golpear la gran puerta que se encontraba frente a ella, pero antes de tener la oportunidad de que sus nudillos chocaran con la madera, el sonido de la manija al abrirse y una Sasha demasiado sonriente la recibió del otro lado.

—¡Por fin estás aquí!— Chilló antes de abalanzarse sobre ella. Llevándose con la sonrisa que tenía toda la posible molestia que estaba sintiendo.

Le tomó por sorpresa el verla ahí. Las cuentas que había sacado señalaban que aún le faltaban horas de viaje, de todos modos, se apresuró en rodearla con los brazos para sujetar su cuerpo impidiendo que ambas se fueran a caer de espaldas. De inmediato el calor de la contraria se le contagio al igual que la alegría, haciendo que ese abrazo se volviera más emocional de lo que debía ser. La había extrañado demasiado.

—¡Juli! Tanto tiempo. Pensé que pasarías más tiempo aquí en los días en que los chicos estuvieron fuera.— Una voz masculina la hizo alzar la mirada aún con Sasha aferrada a su cuerpo. Era el padre de la joven que se apoyó en el umbral de la puerta contemplando la escena.

—¡Hola, tío!— Le dedicó una sonrisa en forma de saludo. —Han sido días ajetreados, pero en cuanto se me desocupe la agenda vendré a verlos más seguido.—

Cada vez que la castaña se ausentaba solía encerrarse en la habitación de la chica a leer para hacer más amena la espera, pero en esa ocasión siquiera se presentó frente a Emmanuel, sus días estuvieron tan llenos que no le hizo falta. Pero sí, cumpliría con ir de vez en cuando a verlos.

—¿Días ajetreados?— Escuchó mascullar a su amiga cerca de su oído antes de que en un rápido movimiento se separara y le tomara la mano. —¡Es verdad, tenemos que hablar!—

Sin darle tiempo a reaccionar comenzó a tirar de ella para hacerla avanzar hasta el interior de la casa, pero en cuanto subieron los primeros escalones de la escalera el carraspeó de Emmanuel hizo que ambas se detuvieran.

—Acabas de regresar, ¿No puedes esperar un poco antes de encerrarte con Juli? Ni siquiera vas a dejar que salude a Niccolo o a tu madre.— Reprendió alzando una de sus cejas, expresión que antes les aterraba.

—¡Papá, es un asunto muy importante!— Exclamó con total seriedad, retomando sus pasos con velocidad y por inercia haciendo avanzar a la más baja.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora