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Tal vez por el simple hecho de haberse visto reflejado en los ojos cristalizados de la chica fue que empatizó tan fuertemente con su dolor, como si lo que la joven había sentido y ocultado durante todo ese tiempo se le traspasara y entonces la tristeza se colara por sus huesos haciéndolo parte de él. No sabía realmente el motivo, pero estuvo pensando mucho en ello después de haberla dejado en su casa el día anterior.

La admiraba, admiraba su capacidad para dibujar sonrisas en rostros ajenos y lo mucho que se esmeraba para volverse alguien especial, aunque estaba seguro de que su propia esencia era lo que la hacía diferente y capaz de apoderarse tan sencillamente de él. Quería lo mejor para ella, y si lo mejor no era él entonces lucharía contra si mismo para convertirse en ese alguien que se mereciera tener el amor completo de Juliet. Lo había meditado lo suficiente como para llegar a esa conclusión, porque ya no estaba en sus planes alejarse, se esforzaría por tenerla.

Con eso en mente cruzó la calle sin preocuparse de mirar a ambos lados, era temprano y las carrozas solían salir en las tardes, o eso era lo que había conseguido analizar en los días que llevaba viviendo en el interior del pueblo, así que no hacía falta ser tan precavido. Una vez llegó al otro lado se acomodó el bolso de tela que le había robado a Historia y aceleró sus pasos hasta llegar a su destino. El cartel de "Abierto" estaba ahí, por lo que procuró no reflejarse en el ventanal y rápidamente abrir la puerta haciendo sonar la campanilla.

—Vamos a tener una cita.— Declaró al instante en el que posicionó ambos pies en el interior robándose la atención de la joven sin siquiera saludar. —Una cita real.—

La expresión de sorpresa que se apoderó del rostro de Juliet era icónica, sus ojos brillantes y la boca abierta formando una pequeña "o" para luego permitirse emitir una carcajada. No se esperaba volver a verlo tan pronto y mucho menos el hecho de que la estaba invitando a una cita. A la primera cita que tendrían. Cada vez que Jean hacía ingreso en la panadería su día cambiaba para mejor, ese era el superpoder del chico.

—¿Así como las que salen en películas y libros?— Alzó ambas cejas interesada y a la vez ilusionada.

—Mucho mejor que esas, te lo aseguro.— Estiró una de sus manos para voltear el cartel y anunciar que la panadería estaría cerrada.

Era impulsivo, tanto en el buen como en el mal sentido. Nadie le quitaría de la cabeza la idea de que pasaría el día con la joven, al menos las horas que tenía antes de irse a turno.

—Me encantaría salir contigo, pero sabes que debo trabajar, más aún si ayer tuve cerrado...—La sonrisa que tenía se volvió un leve puchero. —En dos días llega Niccolo, así que podría pedirle que se quede y así nosotros salimos.—

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora