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—De acuerdo, vamos a lavar esto.—Hablaba con suavidad para no alarmarla.

Desde que la sacó del living, y subió con ella en brazos hasta el tercer piso, le iba informando de cada cosa que haría antes de realizarla, porque a pesar de que Juliet estaba bastante borracha, y sabía que en ese estado no podía dar consentimientos, aun así no quería pasar a llevar su privacidad.

La ayudó a sentarse en el suelo y con cuidado hizo que apoyara la cabeza en el borde de la bañera dejando su enredado cabello dentro de esta. Se mantuvo de pie abriendo el grifo y temperando el agua hasta que se encontrara lo suficientemente tibia como para empezar a mojarle la nuca.

—¿Q-Qué pasa?— Balbuceó intentando abrir los ojos, pero le pesaban tanto que los mantuvo cerrados.

—Te estoy limpiando el pelo, lo tienes lleno de vomito y si te duermes así puede hacerte mal.— Dejó la manguera a un lado para tomar el envase de shampoo mezclado con acondicionador que tenía, lo único que usaba para lavarse el cabello.

Con pequeños y suaves masajes generó espuma en su cabeza, deshaciendo los nudos que se le habían formado y dejando que el agua se llevara lo que quedaba de vomito. De vez en cuando pudo percatarse de Juliet sonriendo en silencio, se veía tan cómoda lo cual de cierto modo lo tranquilizaba.

Retiró el exceso de producto dejándola nuevamente limpia y con buen aroma, antes del baño le entregó unas prendas para que se vistiera, por lo que el olor desagradable ya había desaparecido por completo. Solo faltaba dejarla descansar, ya que no le daría ningún medicamento puesto que no conocía sus alergias. El tiempo le quitaría la borrachera.
Estrujó el cabello y lo envolvió con la toalla, delicadamente la levantó a lo que ella no tardó en abrir los ojos mirándolo de cerca.

—¿Puedo tomarte en brazos? Te llevaré a la pieza para que duermas, es muy tarde para irte a dejar a tu casa, además prefiero que estés aquí en caso de cualquier inconveniente.—

En respuesta se abalanzó sobre su cuerpo, aferrándose a su cuello de manera débil. El corazón de Jean se aceleró al sentir como la respiración de la contraria chocaba con la parte de atrás de su piel descubierta, pero no mencionó nada al respecto, solo la tomó de la cintura para levantarla del suelo y salir del pequeño cuarto de baño encaminándose hasta su habitación.

Con su pie pudo abrir la puerta dejándola medio abierta. La recostó sobre el colchón antes de reincorporar su postura mientras acomodaba las mantas sobre su cuerpo. No dejaría que pasara frío esa noche, sabía que el alcohol a veces irregulaba la temperatura.

—Jean...—Susurró estirando una de sus manos para tomarle del brazo y detener sus movimientos. —Gracias por cui...cuidarme.—

Cuidarla. Eso era lo que hacía, lo que llevaba haciendo el último tiempo. Asegurarse de que todo estuviera bien con ella, incluso antes de confirmar que le gustaba. No se había detenido a pensar en ello, porque no lo hacía de manera forzada, sino que simplemente le nacía desde el corazón, solo quería mantenerla a salvo, protegida de la oscuridad que envolvía al mundo real, porque a pesar de que se encontraban en el mismo lugar, era como si vivieran en dos realidades diferentes, la de la más colorida que la de él. Aunque cuando estaban juntos formaba su propio y pequeño universo, el cual se esforzaría por hacer perdurar.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora