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Las oportunidades para desahogarse siempre son escasas, ya que la gran mayoría de las personas nunca se dan el tiempo para escuchar a otros y mucho menos para brindar un hombro en el cual llorar, cuando lo hacen siempre es porque tienen segundas intenciones o por simple compromiso. Esperan a que la otra persona termine de hablar para decir un "Te entiendo, ya verás como todo estará bien" Solo para concluir la conversación y hablar sobre si mismos.
Así es el ser humano, egoísta y para nada empático.

Por eso tomó el rol de callar y convertirse en el apoyo para los demás, el apoyo que ella necesitaba, pero nadie tenía realmente tiempo para escucharla, tampoco quería que la llenaran de clichés asegurando de que todo se pondría bien cuando ni siquiera ellos lo sabían con certeza. Se encerró tanto en su propio mundo huyendo de la realidad que perdió la capacidad de expresar su tristeza como correspondía, solo masticaba y tragaba sonriente y deslumbrante.

Quizás era ese el motivo por el cual se encontraba algo tensa de camino al cementerio junto a Jean, no sabía como podría reaccionar ante sus emociones negativas abrumantes, probablemente se asustaría o empezaría a mirarla con los ojos cargados de compasión vacía, pero ya no había vuelta atrás, tomó la decisión de no ocultarle nada y cumpliría con aquello, aun cuando no quería poner en la cuerda floja el lazo que forjaron.

—Se me van a engrosar las piernas con más músculos de tanto caminar contigo.— El quejido por parte de su acompañante la hizo prestar atención a sus pasos riendo por lo bajo. —Te juro que escribiré una carta de reclamo para que hagan una actualización de este pueblo, es increíble como se quedaron atascados en el pasado.—

Era verdad, Puebla de la Sierra parecía haberse estancado décadas atrás, no era algo que le molestara en lo absoluto, puesto que a su edad ni siquiera conocía los vehículos en persona, solamente lo que podía ver en la televisión. Esperaba que se mantuviera así, era mágico vivir en la actualidad mezclado con el pasado.

—Deja de quejarte, Kirstein, pronto convenceré a Niccolo de que me regale una bicicleta, así que nuestros paseos dejaran de ser a pie.— Le sonrió por unos segundos antes de volver a prestar atención al frente.

Se alegró al escucharla, su apellido sonaba tan atractivo cuando ella lo decía que probablemente la presionaría para que volviera hacerlo un par de veces más solo para deleitarse en la peculiar forma en la que lo pronunciaba. Durante todo el camino se había mantenido callada y un tanto distante, diferente a otras ocasiones en las que lo recibía emocionada, la única respuesta que creía respecto a su actitud era que estaba esperando a que él le explicara lo que le había prometido, y lo iba a hacer en cuanto llegaran a su destino, el cual tampoco sabía.

𝙬𝙝𝙤 𝙖𝙧𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙣𝙤𝙗𝙤𝙙𝙮'𝙨 𝙬𝙖𝙩𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora