𝒥𝑒𝒶𝓃 𝒦𝒾𝓇𝓈𝓉𝑒𝒾𝓃.
『••[ Quedate en mi vida por un largo tiempo más, por favor, que sea mucho tiempo más, es que me he dado cuenta que te quiero tener a mi lado para siempre. ]••』
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El alcalde de Puebla de la Sierra, un...
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No había querido asistir a la taberna, su ánimo no era el mejor y el dolor de cabeza producto del llanto de horas atrás se hacía predominante.
Sin embargo, sonreía, y se reía cada vez que Sasha y Connie hacían alguna tontería, como, por ejemplo, en esos instantes estaban realizando una competencia de quien podía beber la jarra de cerveza más rápido, dándose empujones y derramando más de alguna gota del contenido. Por lo que aliviaban la tristeza en su pecho y disfrutaba de estar ahí.
Jean los miraba tornando los ojos, eran un par de irresponsables a su perspectiva, pero de todos modos lo hacían reír por sus ocurrencias. El color rojizo en las mejillas de sus amigos daba a entender que tendría que cargarlos a ambos para que llegaran sanos y salvos en cuanto se fueran. Juliet no había bebido mucho, quizás dos cervezas, por lo que lucía más lucida y cada cierto rato lo miraba para compartir carcajadas.
—¡Gané, gané, us-ustedes lo vieron!— Gimoteó Sasha alzando su jarra vacía como si fuera un trofeo.
—¡Eres u-una tramposa, no me dejabas beber en paz!— Lloriqueó el chico antes de echarse a reír. —¡Revancha, una más y verás que t-te gano! —
La chica asintió y ambos se levantaron a la vez, sujetándose del otro para no caer y emprendieron su camino tambaleándose hasta la barra, dejando en la mesa al otro par.
—Ni quiera son capaces de formular oraciones sin trabarse.— Comentó con gracia Juliet, quien se encontraba sentada a un lado de Jean.
—Connie no puede hacerlo ni estando sobrio.— Se burló haciendo reír a la chica.
La carcajada de Juliet lo hizo sonreír de manera inconsciente, el cómo sus ojos se achinaban al hacerlo le causo una leve ola de ternura.
—¿Ya quieres irte? Dijiste que mañana debías trabajar.— Preguntó cuando dejó de reír. —Puedo encargarme de llevar a Sasha a casa. —
—Tampoco te veo con muchas ganas de lidiar con ellos solo.— No quería irse, aún no le agradecía por lo del día anterior, pero tampoco podía quedarse, debía trabajar.
—Ya, es que no me apetece mucho, pero si no los saco de aquí con vida me matará el capitán y el papá de Sasha.— Alzó ambas cejas resignado.
Tenía razón, y probablemente la matarían de paso a ella , como también sabía que el señor Ackerman le tomaría manía tanto a ella como a su amiga por llevar a los chicos a beber y dejar a Connie ebrio, ¿Sería bueno si volvían así? No podía darse el lujo de generar molestia en alguien con tanta autoridad.
