𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐂𝐚𝐨𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧

Capitulo 14 "Licencia de conducir"

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¿Han sentido aquel sentimiento en que quieres llorar mientras te desases en tu miseria?

Pues asi me sentía en estos momentos...

Nuevamente atrapada en el comienzo...

Él estaba allí...

Sonriendo jadeante mientras sus oscuros ojos no dejaban de penetrar los míos, lo estaba disfrutando y él lo sabía a la perfección.

¿Era el hombre del que me había enamorado hace cinco años? ¿Realmente era él? ¿Era un producto de mi imaginación?

Sabía que no habíamos sido la mejor pareja de todos pero sinceramente no me había sentido tan bien con alguna persona. Pero ahora que él estaba frente a mí no podía razonar, o no quería, como él estaba tan bien... Como si aquellas fotografías no hubieran existido.

¿Estaba siendo muy emocional en estos precisos momentos?

No podía ejercer ningún movimiento, mis dedos se habían congelado en el tiempo y no querían apretar el botón para que subiera a mi habitación y desaparecer de la zona de tensión.

El eco de la voz de Rivaille se disipaba y no lograba escuchar sus murmullos. Él quería que saliera de aquel lugar, pero en realidad estaba en una batalla dentro de mí; si debía quedarme o exigir explicaciones.

Mi vista se dirigió hacia un Marcel que jugueteaba con sus dedos, no podía saber la razón de sus nerviosos movimientos ya que tenía ese tic cada vez que se sentía de esa manera, ya no lo reconocía aunque así estaban las cosas.

Jamás espero nada de Marcel pero aun así lograba decepcionarme.

Quería preguntarle demasiadas cosas... ¿Por qué lo hiciste? ¿Hice algo mal? ¿Por qué desapareciste? ¿Quién es aquella chica de las fotografías?...

Trague saliva con cierta dificultad, cerré mis ojos con fuerza esperando que nadie estuviera al tanto de mis limitados movimientos.

Tenía un puto nudo en la garganta...

Pero no era momento para ello, tenía que colocar las cosas en su lugar y no dejarme pisotear por nadie.

— Sigues siendo un mentiroso, Colt...— Hable con un tono melancólico con ciertas piscas de dureza, sabía que a él le asustaba cuando hablaba de aquella manera—... Es genial que vengas a mi hogar sabiendo lo que hiciste, me encantaría tener tus agallas. Jamás creí que te admiraría... Bueno, en ese aspecto

— ¿De qué mierda estás hablando?— Me cuestiona acercándose lentamente hacia mí pero Marcel lo toma de su camisa bruscamente, veo que le susurra algo inaudible para mis oídos y lo empuja ocasionando que retrocedan unos pasos.

—Memoria a corto plazo —Sentencie entre risas mientras reía con algo de malicia— No se podía esperar nada más de un fracasado con complejos de grandeza— Concluí para luego apretar uno de los botones de mi silla eléctrica para subir a la segunda planta de la mansión.

Escucho como Marcel y Porco lo retenían, había tocado su punto débil pero tenía que hacerlo... Aun así me sentía culpable. Se escuchan maldiciones de sus labios, los que anteriormente me decían que me amaba como nadie

Joder, aquí vamos de nuevo...

Escucho los choques de pisadas en el mármol del piso, además de pasos rápidos en la escalera. Solamente me limitaba por avanzar a una velocidad considerable por el estrecho y largo pasillo, una vez que estuve frente a la puerta de mi habitación espere a que Rivaille la abriera por mí.