𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒 "𝐄𝐧𝐜𝐚𝐝𝐞𝐧𝐚𝐝𝐚"

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"𝘑𝘶𝘭𝘪𝘦𝘵𝘩 𝘎𝘢𝘭𝘭𝘪𝘢𝘳𝘥 𝘦𝘴 𝘮𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦 𝘱𝘰𝘴𝘦𝘦𝘥𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭"

"𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘢 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰𝘴, 𝘦𝘯 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘴 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦... 𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘥𝘢"


- Julieth Galliard -

Corríamos en un bosque.

Tomados de las manos, apresurados para mi concierto.

Los ciervos del bosque nos acompañaban, y las ninfas que tenían sus moradas en las nubes bajaban de estas. Todos se instalaron alrededor del piano blanco, donde yo tocaría.

Me acomodo mi vestido blanco con hilos de oro, aparto las hebras de mi cabello que me podrían dificultar la vista.

Me entrego al piano y él se entrega a mí.

Éramos los más puros amantes, encantábamos a todos a nuestro alrededor con los sentimientos que emitíamos a través de las melodías.

Mire de reojo a ese señor, quien no se perdía de ninguno de mis conciertos. Aplaudía encantado, con una mirada de devoción a lo que hacía.

Su rostro cada vez se volvía más borroso, debía de observarlo en las fotografías para seguir recordando cada una de sus facciones.

Mis manos y dedos finalizaban la sonata de Beethoven, todos aplaudían y me sentía más viva que nunca.

Como si mi afección no existiera en este mundo.

Bajo lentamente del improvisado escenario, yendo donde ese señor. Me recibe con un fuerte abrazo, sus fornidos brazos envuelven mi esbelto cuerpo.

— ¿Cómo lo hice, padre?

— Lo hiciste de maravilla, Julieth, como siempre— Todo comenzaba a desvanecerse, todo se volvía blanco y sus palabras de aliento desaparecían— Recuerda de revisar mi fotografía en la biblioteca, así jamás me olvidaras.

No olvidare a mi padre, jamás lo iba a olvidar. Cerré mis ojos lentamente, volviendo a mi realidad.

Desperté.

Con una motivación increíble, planificando una agenda mental de lo que haría durante el día.

Posiblemente, después de las reuniones de la empresa iría a recorrer el centro comercial junto con Pieck y organizar una fiesta sorpresa en la casa de Annie al finalizar el día. Como lo hacía hace unos años, no quería perder la costumbre.

Imaginaba su expresión de sorpresa, Pieck con unas botellas de vodka en ambas manos y yo vestida de rojo con bolsas de supermercado para que en la noche devoremos todo.

Reí ante mis ocurrencias, por lo que, decidida a empezar a planear todo, intento de levantarme de mi cama.

No pude, ni siquiera podía mover un musculo.

Así fue como volví realmente a mi mundo.

Mi sonrisa se apagó, como si mis planes jamás hubieran existido.

𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐂𝐚𝐨𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora