—¿De verdad tienes que irte?, acabas de llegar —dice mi madre mientras me ayuda a subir todo el equipaje al auto.
—Lo sé, mamá. Solo serán unos meses, el general dice que tenemos que entrenar unos cuantos chicos de la escuela militar de San Diego —respondo.
—Ya no quiero que estés lejos de mi, Harry. —observo a la mujer con sus ojos arrugados.
—No llores, mamá. Voy a volver, lo prometo —sostengo a mi madre en un abrazo.
San Diego, CA.
S Y D N E YLa noche finalmente había caído, observo fijamente la luna la cual resalta en su máximo esplendor. Las olas del mar hacen que me inunde más en mis sentimientos y en todo lo que mi cabeza estaba procesando.
Hace unos días estaba dispuesta a comenzar de nuevo, a dejar las cosas del pasado y diseñar una nueva Sydney, y ahora esto. ¿Qué se supone que debería hacer ahora?
—¿Puedo sentarme? —me giro para ver a Sophia parada a un lado de mi con una leve sonrisa.
Asiento para seguro observando todo mi panorama.—¿estás bien? —la chica de cabello rubio me observa con compasión.
—Estaba dispuesta a olvidarlo todo, Sophia. De comenzar de nuevo. De asimilar su partida —hablo mientras siento mis ojos llenarse de pesadas lágrimas.
—También estoy confundida —responde—Tal vez todo esto sea un error
—¿Y si no? —la observo mientras cientos de lágrimas se deslizan por mis mejillas—¿Y si sigue ahí?, ¿qué es lo que debo hacer?.
—¿Aún lo amas? —siento como mi aliento se corta, al escuchar su pregunta.
Mi mente trata de analizar bien y conectarse con lo mismo que siente mi corazón, para después responder.—Con toda el alma.
***
Los días en estos meses del años siempre solían se húmedos y bajo tormentas. Lo amaba, aunque odiaba conducir con un clima así.
Después de que llegaría una hora tarde al trabajo, el tráfico en San Diego era una pesadilla. Miles de autos tratando de llegar a su destino. De pronto, algo llama mi atención. Un enorme autobús militar se había colocado justo a un lado de mi. Pude notar muchos soldados dentro, sin embargo la lluvia no me permitía distinguir del todo
—Sydney, Zac se puso mal—siento mi corazón detenerse cuando escucho las palabras de Madisson—Tuvo fiebre toda la noche y no ha hecho más que preguntar por ti.
Rápidamente me dirijo a la habitación del pequeño niño, mi corazón se parte cuando escucho su llanto por todo el pasillo. Cuando entro, todo su tes era pálido y sus ojeras habían aumentado, una escena que podía destrozar almas.
—Zac —sonrío tomando su mano.
—Doctora, Sydney. Mi papá llegó —su voz es tan frágil que casi puedo escucharla—No podré verlo —veo como sus ojos se llenan de lágrimas.
—No, pequeño. Voy a hacer todo para que estés bien, te prometí que lo verías de nuevo. Y lo cumpliré. Solo reciste, eres mi mejor soldado, Zac. —trato de contener el llanto cuando siento al delgado niño aferrarse a mi.
H A R R Y
—¿Will estás bien? —pregunto cuando noto al hombre algo inquieto.
—Mi hijo. No está bien —responde algo ansioso.
—¿Qué sucede con él? —cuestiono.
—Cáncer.
Siento todo mi ser congelarse cuando escucho su respuesta.
—Necesito llegar al hospital, no creo que recista otra noche.
—Tranquilo, llegaremos.
S Y D N E Y
—¿Estás listo? —digo mientras sujeto fuerte la pequeña y fría mano de Zac.
—Sí. Tengo miedo. —responde.
—Está bien tener miedo, todos lo tenemos. Vas a estar bien —digo antes de plantar un beso en su frente.
Doy la señal desde dentro de la cabina para después observar al niño entrar lentamente al equipo de rayos equis.
Su salud era deplorable, cada día sus glóbulos bajaban a tal grado de debilitarlo por completo. Si ese niño moría, yo moriría también.
H A R R Y
Después de horas en el autobús, decido acompañar a Will hasta el hospital infantil donde su hijo estaba. Yo sabía lo que era el cáncer, lo había vivido, te roba por completo toda la niñez, toda la paz y los planes que podías tener. Era prácticamente estar muerto en vida.
Unos minutos después de conducir, llegamos a nuestro destino. Will rápidamente entra a éste preguntando por Zac, el cual al parecer estaba en una radioterapia. Tomo el hombro de mi amigo tratando de tranquilizarlo, el solo sonríe para después tomar asiento.
Las horas pasaban y no había noticias del pequeño Zac, podía notar el cansancio de mi compañero, caminaba de un lado a otro mientras frotaba sus mandos con ansiedad.
—Te traeré algo de beber, ¿de acuerdo? —el hombre asiente regalándome una amable sonrisa.
S Y D N E Y
Caminaba por los pasillos tratando de llegar a la sala de espera, realmente no tenía palabras para dar esta noticia, el niño no tenía una sola esperanza de poder vivir, y eso me consumía.
—¿Familiares de Zac Evans? —pregunto ante todas las personas que había en la pequeña sala.
—Yo soy su padre. Soy Will Evans.
H A R R Y
—¡Funciona, carajo! —exclamo después de dar un pequeño golpe a la máquina de café.
Siento mis mejillas ponerse rojas cuando noto que una anciana me observaba como bicho raro. Tomo finalmente los dos vasos de café para dirigirme hasta la sala de espera.
Recordaba perfectamente este hospital, estuve aquí cuando tenía doce. Mis padres habían encontrado uno de los mejores Oncólogos del país aquí. Sonrío cuando llego al pasillo que más amaba de este hospital. La recepción del hospital estaba del otro lado del espejo mientras yo estaba del otro lado, lo amaba porque sabía que nadie del otro lado podría verme, así que lo único que hacía era hacer gestos graciosos, sabiendo que nadie podía verme del otro lado.
Observaba a cada una de las personas que había en recepción, cuando de un segundo a otro, mi vista se posa en una mujer de cabello rubio y largo, siento mi labio curvearse en una sonrisa cuando la recuerdo. Era tan parecida.
De pronto, solo puedo escuchar los dos vasos de café caer al suelo. Siento mis piernas temblar y como mi corazón comienza a querer salirse de mi cuerpo.
No podía respirar, sentía mi cuerpo estático. Era ella.
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S A F E || Segunda Temporada || H.S
FanfictionLa historia continúa en esta segunda parte, en donde nos muestra como la vida de Sydney (Lili Reinhart) cambió por completo después de esa noche. Siete años después la vida marcha normal. Sin embargo, secretos del pasado comienzan a salir a la luz...