El sol finalmente había dado su luz. Los rayos entraban por mi ventana poco a poco. Me percato de que eran las seis de la mañana y no había podido dormir ni un poco. Mi corazón, mi mente y estoy seguro de que todo mi ser no podía creer lo que había visto la noche anterior.
Dicen que en esta vida hay muchos dolores, muchos tipos de él. Pero ver a la mujer que más haz amado sonriendo como lo hacía contigo, con otra persona, es un dolor inexplicable, que podría quebrantar hasta la última parte de ti.
Saber que ya no eras tu quien provocaba su risa, quien provocaba mariposas en su estómago, que ya no eres la persona en la que piensa todas las noches antes de dormir, era un dolor masivo e inherente.
Sydney Roberts se convirtió en el amor de mi vida, pero ahora sé que yo no soy el suyo. Y pude comprender, que si yo decía amarla, debía amarla incluso si no estaba conmigo. Incluso si ahora su felicidad era en brazos de alguien más.
Había pasado una vida entera tratando de encontrar quien me salvara, pero la había dejado ir. Falle. La busqué pero jamás la encontré, la soñé pero jamás pude tenerla, la anhelé, pero ya no me podrá mantener a salvo, como solía hacerlo.
Solo podía sentir envidia del hombre que la sostenía con fuerza, porque tener a Sydney a tu lado, era más valioso que ganarte la maldita lotería, era un privilegio sentirla cerca, tocarla. Sentías el mundo a tus pies incluso si solo te miraba. Esa era la magia, la magia de Sydney Roberts.
La puerta principal es tocada con fuerza. La verdad era que no tenía ánimos de absolutamente nada, sin embargo, me levanto de mi cama. Tomo un sorbo de agua para después dirigirme a la puerta.
—Allie —susurro cuando observo a la chica pelinegra parada fuera de mi puerta.
—No respondes mis llamadas... Creí que algo había pasado —solo puedo escuchar como su voz se quiebra con cada palabra que sale de su boca.
—Tranquila, estoy bien —Sonrío tomándola entre mis brazos.
Allie Marie Monroe. Una de las chicas más encantadoras que había conocido. Tenía veintiséis cuando la conocí en el último batallón que dimos en Malasia. Había sufrido un impacto de bala en mi pierna, así que solo recuerdo despertar en urgencias, Allie estuvo ahí desde el día uno y desde entonces ha permanecido.
Tiene un corazón del tamaño del mundo, podría darte la última galleta que hubiera sobre la mesa, incluso si ella moría de hambre. Podías confiar tu más grande secreto, si habías robado, mentido o asesinado a alguien, ella jamás lo diría. Es muy cariñosa sin embargo te da tu espacio, toda su vida se ha dedicado a ayudar a las personas que lo necesitan.
Sé que me ama, sé que se preocupa por mi y que lo daría todo por mi. Pero, ¿cómo le dices a una persona así... Que tu corazón pertenece a alguien más?, ¿cómo?.
S Y D N E Y
Despierto cuando siento movimientos en mi cabello, la luz del día me hace volver a cerrar los ojos cegandome un poco. Cuando los abro, veo a Max. El sonríe mientras me observa fijamente y su mano acaricia mi cabello.
—No recordaba lo increíble que era verte dormir —dice con una leve sonrisa—Escucha, Sydney. Sé que he cometido errores... Pero —siento un nudo en la garganta cuando lo escucho hablar—Te amo... No hay nadie igual a ti, solo quiero que todo vuelva a ser como antes.
—Max solo quiero que seas honesto... No quiero que haya alguien más entre nosotros —hablo algo inconforme.
—Lo prometo —sonríe antes de plantar un beso en mis labios.
***
—Entonces te veo en la estación diez y ocho a las seis en punto, la reservación es a las siete —Max dice desde la puerta. Asiento amablemente y finalmente se va.
Cada fin de mes, Max suele llevarme a cenar a un lindo restaurante a unas horas de la ciudad. Aunque sabía en el fondo que se sentía culpable por todo lo que había hecho antes e intenta repararlo, pero era inútil.
H A R R Y
—Es tarde, debo irme —digo observando el reloj que descansaba en mi muñeca.
—Claro, las llaves del auto están en mi bolsa —Allie responde sin dejar de comer su pequeña rebanada de pizza.
—No, el tráfico en San diego es horrible. Tomaré el metro, solo hago unos minutos —respondo mientras coloco mi chaqueta —Te veo más tarde —digo antes de besar su rosada mejilla.
Salgo de casa en dirección a la estación del metro la cual quedaba a tan solo unas cuadras del edificio. El clima parecía estar indicando una tormenta, el sol ya había sido abastecido por las nubes grises que se acercaban a ma ciudad así que supondría que sería una gran tormenta.
S Y D N E Y
Mi alarma finalmente suena, faltaban unos cuantos minutos para las seis de la tarde así que no tardo en tomar mis cosas y subir al coche. Los estruendos en el cielo parecían indicar otra de las tormentas que solían llegar en estos meses del año. Conduzco el auto hasta llegar a la estación del metro, rápidamente bajo para no perder mi viaje, seguro Max estaba desesperado. La estación que tomaría era la número diez así que demoraría en llegar a la número diez y ocho.
Para mí estúpida buena suerte, mi metro estaba repleto de personas, no podía caber un alma más ahí dentro, observo mi reloj algo desesperada pero decido esperar al siguiente. Las puertas de éste se cierran finalmente.
Por alguna razón comienzo a observar a las personas dentro del tren, me gustaba observar a los demás, sus expresiones, algunas eran de tranquilidad mientras otras simplemente no tenían ni seña de algún sentimiento.
De pronto, un hombre de chaqueta de cuero llama mi atención. Estaba de espaldas y parecía sostener su teléfono observándolo. Sonrío cuando éste mismo se estira de una manera de la cual alguien también lo hacía. Sin embargo, mi sonrisa se borra cuando el hombre decide darse la vuelta conectando su mirada con la mía.
Y es ahí cuando mi corazón se detiene. Esos ojos verdes llenos de luz, esa mirada con los que he soñado toda la vida se cruza con la mía. Entonces me doy cuenta, era él. Harry estaba ahí de pie.
Solo puedo sentir mi mundo desmoronase por completo de un segundo a otro.
ESTÁS LEYENDO
S A F E || Segunda Temporada || H.S
FanfictionLa historia continúa en esta segunda parte, en donde nos muestra como la vida de Sydney (Lili Reinhart) cambió por completo después de esa noche. Siete años después la vida marcha normal. Sin embargo, secretos del pasado comienzan a salir a la luz...