Capitulo #: 33

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Evelin

No puedo creer que todo sea de esta manera, estoy atrapada justo por un sicópata que toma la realidad solo como si fuera una mentira, un juego que él puede terminar cuando quiera sin pedir permiso a nadie.

Siento como el corazón poco a poco se agrieta haciendo que mi realidad se convierta en una pesadilla que no puedo detener.

Rick me tiene a tratada en mi propio hogar mientras camina lentamente de un lado a otro observando como trato de liberarme de las cuerdas con las cuales dos de sus ombres me amarraron dejándome sentada en está silla que ahora se convierte en mi prisión.

–Que les hiciste!!!.

Grite.

Al escuchar como pronunció un lamento acerca de mi madre y mi hermano.

–A que te refieres idiota!!.

Una sonrisa se marcó en sus labios al ver mi intensidad.

Un suspiro salió de su boca mientras se acercó a mi bajando su cuerpo para quedar a mi altura.

–Quieres saber algo nena?.

Dijo mientras un inmenso silencio se hacia notar entre nosotros.

–Te ves hermosa cuando te enojas.

Culminó sus palabras mientras acariciaba un mechón de mis cabellos.

Sentí como la adrenalina corría por mi sangre haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera al escucharle.

Sin pensarlo dos veces acerque mi rostro un poco más a el de él mientras podia ver como su sonrisa se hacia más notoria en sus labios.

Pude ver cómo se acercó igualmente con la intención de besarme.

pero antes de hacerlo escupí su rostro mientras hacía fuerza con mis manos para poder golpearlo pero era imposible hacerlo.

Las cuerdas le hacían daño a mis muñecas, pero no me importaba el dolor, lo único que quería era golpear su rostro y hacerlo sangrar.

Inclinó su rostro hacia abajo y lentamente con sus manos limpio el líquido que ahora había en su rostro.

El silencio inundó el lugar por unos segundos.

–Que les hiciste!!!.

Grité una vez más rompiendo el hielo entre nosotros.

Pude escuchar una leve sonrisa salir de él, al mismo tiempo sentí con gran agilidad sus manos impactar contra mi rostro haciendo que cayera hacia el suelo junto con la silla en la cual me encontraba.

–Si a la mala lo quieres saber, a la mala lo sobras.

Dijo con una inquietante mirada.

No podía levantarme, el dolor se hacia notorio en todo el lado izquierdo de mi rostro.

–Tú levantala!.

Señaló a uno de los dos hombres con rabia.

Este inmediatamente me volvió a poner en la posición en la cual estaba.

My Dulce Maldad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora