Hoy no podía estar en mi despacho porque si estaba ahí iba a matar a alguien, así que me fui a refugiar al bosque para estar unos minutos a solas.
-¿Qué pasa, Kaname?-pregunto Takuma apareciendo entre los árboles, cuando me estaba tomando la caja de pastillas de sangre número 7 del día.
-nada de tu incumbencia, ándate-le grite
-qué carácter, Kaname estas fuera de sí-dijo mirando con preocupación-te tomas como 20 cajas de pastillas al día e incluso algunas veces doblas esa cantidad, andas irritado, le gritas a las sirvientas, el menor caso le haces a Yuki, pero cuando estás en frente de Kiryuu te comportas como un cachorrito-al escuchar que nombraba a Zero, mis ojos abandonaron el color a café por un color rojo intenso, desvié la mirada algo avergonzado.
-mejor ándate, Takuma-dije
-Kaname, ¿Qué paso para que te comportaras de esta manera?
-nada de importancia.
-Kaname, déjame ver la marca.
-¿Qué marca?-pregunte haciéndome el desentendido.
-tú sabes de lo que me refiero, la marca que está en tu pecho-dijo alzando una ceja.
-bien-empecé a desabrocharme la camisa-¿Cómo lo supiste?
-una rosa ¿eh?-dijo rozando la marca de pecho-lo supe por tu actitud, yo estaba igual en los primeros meses de que me case con Shiki-dijo mirando fijamente mi marca-ah, antes que me olvide, te puedes acercar para decirte algo, Kaname-no sé porque pero le hice caso, por ello recibí un puñetazo-que se siente bien golpearte-dijo con una radiante sonrisa.
-¿Por qué fue eso?-pregunte sobándome la mandíbula.
-por serle infiel a Yuki.
-con este amigo, no necesito enemigos-dije sentándome en el suelo.
-¿Qué vas hacer con esto?-dijo sentándose al lado mío.
-nada, si eso no va a volver a suceder.
-si claro, y yo soy santas Claus-dijo riéndose-tú sabes las cosas que pasan después de una boda de sangre.
-lo sé, primero una sed imposible que solo vas poder hacer saciarse con la sangre del otro cónyuge, después de eso una ansiedad de estar con él día y noche, todas las consecuencias las tengo claras, Takuma-dije apoyando mi frente en mi rodilla.
-Kaname, va llegar el día en que le vas a tener que decir la verdad a Yuki, lo sabes ¿cierto?
-eso también lo tengo claro-suspire-Zero está igual que yo-dije seguro.
-lo sientes, ¿no?-dijo-siente como se siente Kiryuu en este momento y cada momento que pasa
-sí, ahora está en el establo tomando un caja de pastillas-dije mirando a la nada.
-pasa esto, porque desde que se casaron son…
-somos uno-dije completando la frase-pero igual no debo estar con él
-¡eso lo debiste pensar antes, idiota!-dijo golpeandome en la cabeza.
-no necesito que me golpees, necesito que me des una solución-suspire.
-no te puedo dar una solución a lo que no tiene-dijo levándose de su sitio-mejor me voy, te dejo con tu conciencia.
Solté un gruñido al estar a solas, la única solución que me venía a la cabeza era retroceder el tiempo, pero sabía que eso era imposible y tengo que admitir que lo volvería hacer sin dudar, pero no podía evitar sentirme sin escapatoria, me sentía como si estuviera en un camino dividido en dos, un camino era irme con Yuki y seguir con mi desdichada vida, una donde seria infeliz, pero haría lo correcto, y el otro camino era irme con Zero, un camino donde me sentía feliz y sin preocupaciones, pero estaría haciendo lo incorrecto. Sin tan solo hubiera un indicio de lo que tenía que hacer, mi corazón me decía una cosa y mi razón me decía otra, ¿Qué camino debería tomar?...
Argh… que irritante el tiempo pasaba de una manera horriblemente lenta, había pasado un mes y medio desde que me acosté con Zero, y estaba a mi límite, la sed iba en aumento, nada me la apaciguaba, y lo peor era que Zero se la pasaba evitándome, eso era irritante. Las cosas con Yuki iban algo extrañas ya que, ella se estaba comportando de una manera muy extraña, dejo de vestirse con una niña, se maquillaba y estaba más coqueta, pero para mí no era gran cosa, a lo mejor en algunos meses atrás me hubiera importa y hubiera visto esto como una oportunidad para tener un matrimonio normal, pero ahora no me importaba…
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Amantes de Sangre
FanfictionUna vida sin ninguna emoción... Así es como vivía Kaname hasta una noche de insomnio, unos ojos amatistas lo cautivaron